Adiós Robert.

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Como recordaran, en "Hay una mujer en mi sopa, parte 2" se menciona que Robert esta gravemente enfermo y deben viajar a Idris a verlo. Esta es la continuación.

Llegaron a la Ciudad de Cristal al día siguiente. Nadie había tenido la dignidad de explicarles que sucedía, pero respetaron lo indicado y llegaron solos.  

Mientras caminaban hacía la casa Lightwood, quizá con demasiada lentitud para demostrar una curiosidad desesperada, se miraban entre sí. 

Esa era la verdadera familia, la que siempre habían sido. 

Alexander, Isabelle y Jace. Ellos, y la gente que habían conocido por el camino y sumado por decisión propia a su vida.

Cuando golpearon la puerta de la casa Lightwood sabían que su llegada había tardado demasiado, y de cierta forma los aliviaba. 

Robert también supuso que las cosas se desarrollarían de aquel modo y por eso les dejo una carta en mano de los compañeros nephilim que habían llegado a despedirlo antes de incursionar su viaje al infinito, donde se encontraría con su tan dolida y leal esposa.

Hijos. 

Isabelle, Alexander, Jace, Max. 

Tengo tantas cosas que decirles y tan poco tiempo. 

Me refugió en la esperanza de que pronto me reuniré con uno de ustedes, contigo Max, y tendremos más que tiempo suficiente para enmendar errores y acabar de conocernos.

Al resto de ustedes les hablaré a través de este papel con mi vieja pluma de tinta negra. 

Quiero empezar diciéndoles que sé que tienen los corazones más grandes que jamás he visto. Que son personas puras y que han hecho lo posible durante su vida por contagiar esa pureza, esos ánimos de cambio, esa bondad y esa impresionante solidaridad que debería inundar la personalidad de cada Nephilim. 

¿Existirá en sus grandes corazones la posibilidad de perdón a los errores de su viejo padre?

Alexander, ya eres un hombre y los años me han enseñado a comprender tu forma de ver el mundo. Creo que eres al que más he herido, jamás podre medir el dolor del resto pero tengo la leve sospecha de que es así. 

Quiero despedirme dejándote en claro que estoy orgulloso de ti. Como hijo, como nephilim, como padre, como esposo... 

Haz superado todas las expectativas y lo has hecho a tu modo. 

Eres un padre amoroso, dedicado y mucho más comprensivo que yo. 

Jamás dejes de comportarte de esa manera, y entonces el día que partas no tendrás que pedir disculpas, ni escribirle a tu hija, porque ella estará a tu lado. 

Y no lo digo porque ustedes no hayan llegado, lo digo porque yo estoy en Idris y eso también ha sido malo. Nunca debería haberlos dejado solos. 

Navego entre los mares de la inconsciencia mientras escribo, me pierdo en recuerdos, en dolor, en alegría, en amor... 

Isabelle, has conseguido amar con completa intensidad al igual que tus hermanos, pero en ti me sorprendió plenamente. 

Sé que fui el peor ejemplo en cuanto a relaciones en tu vida, pero eres una mujer tan infinitamente valiente, con tanto coraje, que has logrado sobreponerte a esa circunstancia. Haz enfrentado cualquier posible miedo al amor, y haz amado. Amado como nadie. 

He visto que tus hijos han tomado esa nueva característica de los Lightwoods, esa que lleva años pero que yo no he aplicado. 

Isabelle, eres una cazadora de sombras brillante y te quiero. 

Los quiero, aunque no se los haya dicho porque en el fondo también creía que el amor se convertía en la más fuerte debilidad.

Isabelle. 

He olvidado lo que iba a decirte, era algo sobre siempre brillar. 

Intentó conservar la cordura entre mis letras. Mis suspiros quieren abandonarme.

Es la última vez que escribo algo, que curioso. 

Me alegra que sea para ustedes.

Jace.

Eres mi hijo, claramente lo eres. 

Eres un Lightwood, mereces este apellido plenamente y lo sabes. Puede que ahora seas Jace Herondale, pero tienes un corazón Lightwood, mucho más de lo que yo conseguí tenerlo. 

Jace, eres una estrella.  

Tu vida ha estado tan repleta de dolor en sus inicios, y tu no solo cazaste demonios, cazaste los malos sentimientos, los recuerdos obscuros, las pesadillas y a todo ello lo encarcelaste. 

Lo 

En ese fragmento la carta se interrumpía y continuaba debajo. 

Isabelle leía en voz alta, con sus ojos anegados en lágrimas. Alexander sostenía su mano y Jace le tocaba el hombro en un gesto de consuelo protector. 


Jace sé feliz. Te lo mereces más que nadie. 

Cuando llegues a casa, abraza a tu familia y agradecete primero a ti todo lo que has conseguido y superado, luego a esa increíble mujer que es tu esposa y con la que formaste una familia maravillosa. 

Ahora, les pido un último favor. 

Abrácense entre ustedes, no hace falta que les diga que jamás se abandonen porque se que no lo harán. 

Alec, Jace, cuiden su símbolo parabatai. No discutan por tonterías. 

El ángel será mi testigo, hasta que la muerte nos separe a ti y a mi. 

A ti y a mi. 

A ti y a mi.

Que sus vidas brillen con la fuerza de una llama inextinguible. 


Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora