¡Fiestas! Sissy.

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—Simón, ya no eres mundano. ¿Por qué no hacemos las cosas a mi modo?

—¿Y cuál sería ese modo?

—Los niños Nephilim's no creen en "Santa Claus", no les mentimos a nuestros hijos.

—¿Y qué hay de "todas las historias son ciertas"?

Isabelle rodó los ojos.

—Esta bien, como quieras.

Caminaban tomados de la mano por el centro comercial de Brooklyn. Hacía horas que estaban buscando el regalo perfecto para sus hijos, exceptuando las armas que Isabelle había elegido y tenía guardadas en el Instituto.

—Deberíamos comprarle a Lizz algo que pueda compartir con Max y Sophie.

—¿Un arma?

—¡Iz!—la reprochó riendo.

Seguía tan enamorado de ella como el primer día, y quizás un poco más. Aún amaba sus ocurrencias, su aparente fortaleza y su confianza en él como para mostrarle sus costados vulnerables.  Por no hablar de su rostro, su cuerpo, la forma en que se movía, y el amor desbordante que seguía repartiendo para con su familia. La amaba cuando la veía jugar con sus hijos, y la amaba cuando se acostaban a dormir a la noche. La amaba cuando peleaban. La amaba en todo momento, y le sorprendía lo que había tardado en entender que era la mujer de su vida.

—Quiero comprarle a Gideon una libreta, que este estampada con una foto de nuestra familia.

—¿Crees que le gustará?—era difícil elegir que regalarle a su hijo mayor porque desde siempre había sido muy reservado.

—Escribe poesía, Simón. Aunque no comprendo porque lo esconde. Escribió sobre nosotros, sobre Lizzy, Sus tíos...

—Bueno, habrá que esperar. Cuando tenga la confianza suficiente nos mostrará sus poemas. Esas cosas no hay que forzarlas.

—Confío en ti—murmuró Iz, rodeandolo con sus brazos.

Simón dejo un pequeño beso en su mejilla.

—Creo que también se que podríamos comprarle a Lizz—dijó luego de un rato, Isabelle.

—¿Qué?—Inquirió Simón, mientrás avanzaban hacía el local en que comprarían la libreta para Gideon.

—Nuevos disfraces, sabes que le encantara compartirlos con la familia. Maquillarnos, peinarnos...

—Y deberíamos comprar esas cositas que usan las niñas para armar pulceras.

Isabelle asintió entusiasmada.

—Iz, son para Lizz no para ti—comentó Simón, riendo. Y se ganó un empujón, algo (demasiado) fuerte por parte de su esposa—. ¡Que fiestas intensas que nos esperan!







Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now