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Ahren

El sentimiento de soledad invade mi alma desde que tenía seis años, cuando mi madre me dejó solo con su marido. Él es un bueno para nada, alcohólico y holgazán... no entiendo qué le vio a mi madre a ese sujeto. No comprendo por qué el hombre no se ha ido ya... supongo que no tiene a dónde ir. Y, aunque ninguno de los dos quiera, es él quien me mantiene.

Cada tarde de mi vida desde hace once años, trato de evitar a Chris, me voy directamente a mi habitación cuando él llega de trabajar, y trato de salir lo más posible cuando lleva a su novia a la casa.

Inmediatamente después de que mi madre se fue, él hizo lo posible por adueñarse de la casa. Habría sido mía de no ser por él.

Es una tarde lluviosa. Él acaba de llegar con su novia.

—¿Qué hay de comer? —pregunta Rosy como si estuviera en un restaurante.

—Nada, Chris no dejó dinero —respondo indiferente.

—Eres un muchacho inútil —dice mirándome de arriba hacia abajo.

—Voy a salir —musito ignorándolos y saliendo de la casa.

Salgo de mi casa con mis auriculares y la gorra de mi sudadera puesta. Me dirijo hacia el parque. Está lloviendo, pero caminar por la calle mientras llueve siempre me relaja. De camino al parque veo pasar una furgoneta azul. Puedo alcanzar a mirar una chica que observa las gotas de la lluvia en su ventana tal como lo haría una niña pequeña.

Siempre me pregunto: ¿en qué estarían pensando las personas como ella? de seguro ha de tener una vida perfecta y feliz, aunque siendo franco, cualquier vida parecería perfecta comparada con la mía. Me quedo un rato en el parque sentado en una banca, mirando algún punto imaginario mientras me sumerjo en mis pensamientos...

Este había sido el peor verano de mi vida. Desde que mi madre no estaba aquí, mi tía Olivia me llevaba a California para pasar en el campo con ella. Ese lugar me traía muchos buenos recuerdos, pues mi madre siempre me llevaba ahí de pequeño. Lo malo es que en esta ocasión, ella se fue a la India a reunirse con un viejo amigo suyo, ya que cuando era joven se fue a ese país por un intercambio escolar. Me preguntó si yo quería ir, y la verdad es que si; no me quería quedar solo, pero hubiera sido un estorbo. El verano se había pasado demasiado lento. Cada mañana contaba los días que me faltaban para regresar a la escuela, y no porque amara estudiar o algo así, sino porque así me mantenía alejado de Chris, pues cuando no estaba en la escuela, me encontraba ocupado con las tareas.

Empieza a anochecer, así que decido regresar a casa. Mi padrastro está en la sala, quien se pone de pie para recibirme con una bofetada en el rostro.

—¿Quién te crees que eres para actuar de esa manera? —pregunta él entre dientes.

—¿Quién te crees que eres para tratarme así?, no eres mi padre—digo retándolo.

Me da un fuerte puñetazo que hace que caiga al suelo, un hilo de sangre cuelga de mi labio.

—Nunca aprenderás a portarte bien ¿cierto? —pregunta él burlonamente.

—Idiota —digo poniéndome de pie.

Corro lo más rápido que puedo hasta mi habitación, y  escucho un "¡Cobarde!" de parte de Chris. Entro y cierro la puerta de un golpe. Doy una, dos vueltas alrededor de mi habitación intentando contener esta rabia. Me dirijo al baño y busco al fondo del anaquel de vidrio hasta encontrar lo que buscaba.



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Lo prometiste © #PGP2020Where stories live. Discover now