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Ahren

Hace algunos años, la casa de al lado estaba habitada por alguien más. Ahí vivía la señora Thomas, una mujer de avanzada edad, quien luego de la muerte de su marido, vivía completamente sola.

Siempre la veía batallar cuando salía por las compras, sobre todo porque le costaba caminar. Entonces un día, cuando ella regresaba del supermercado, salí a ayudarla con las bolsas que cargaba, y me ofreció pagarme por ayudarla en su hogar. Al principio le dije que no, porque consideraba malo el hecho de cobrarle por ayudarla, pero ella insistió, y aclaró que el dinero no era problema.

Yo iba a su casa de lunes a viernes, ayudaba con la comida, la limpieza, y lo necesario para el hogar, por lo cual, ella me pagaba muy bien. Además de que en las tardes podía quedarme a hacer la tarea, mientras comíamos galletas. 

Estábamos a un día de San Valentín, y todos acudían a los centros comerciales para comprar flores, chocolates y demás. Y yo no era la excepción.

Había una chica llamada Vanessa, era muy atractiva; su negra cabellera hacía resaltar sus bellos ojos color esmeralda. Realmente me gustaba mucho. Y lo mejor del asunto es que era mi novia. Todos los chicos quedaron sorprendidos al enterarse que Vanessa Miller, una de las niñas más lindas de la secundaria, era novia del raro antisocial.

Había trabajado duro a lo largo del año para conseguir dinero, pero había encontrado a alguien en quien valía la pena invertirlo.

Dejé los chocolates y el ramo de flores en casa de la señora Thomas, para que Christopher no lo viera.

Al día siguiente, salí de mi casa para dirigirme a la escuela, pero antes pasé a la casa de al lado para tomar el regalo para mi novia. Me despedí de Betty —la señora Thomas, después de un par de meses de haber trabajado con ella, me pidió que la llamara por su nombre— y me dirigí al autobús con el ramo de flores en la mano y los chocolates en la mochila.

—Miren, el rarito compró flores —dijo un niño llamando la atención de los demás.

No recuerdo qué pasó después. Sólo me acuerdo que terminé con un ramo deshojado, el cual tiré al basurero. Pero no permitiría que eso me impidiese darle un regalo a Van, aún tenía los chocolates.

Caminé por el pasillo hasta llegar a mi aula. Vanessa estaba de espaldas, pero reconocía sus negros y brillantes cabellos. Cuando caminé un poco más, me percaté de que había un muchacho frente a ella. Me detuve en seco al ver que ella se acercó a él y juntó sus labios en un beso. Salí de la escuela corriendo, sin importarme que tenía clases importantes.

El primer lugar que mi mente pensó fue la casa de la señora Thomas. Tardé poco más de media hora en llegar. Abrí la puerta con la llave que Betty me había dado. Ahi estaba ella, sentada en el sofá tejiendo una bufanda. Me miró con preocupación al ver mis ojos hinchados, luego estiró sus brazos para abrazarme. Corrí a refugiarme en ella y me desahogué. Después de unas horas saqué la caja de chocolates para comerlos frente al televisor.

Tenía catorce años cuando ocurrió eso, una edad en la que uno es más torpe y más vulnerable. Bastante patético ahora que lo pienso, pero me dolió en lo más profundo de mi corazón. Sólo me alegro de no haber estado del todo solo.

Nunca supe de qué vino el trato de esa señora, pero, después de la muerte de mi madre, aquella ancianita era lo más cercano a una familia.

La señora Thomas falleció un año después, en un tres de marzo. Su hijo mayor llegó y puso su casa en venta, la cual quedó deshabitada por dos años, hasta que una chica de ojos azules llegó con su familia.

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Acompáñenme a ver esta triste historia xdxd :'v

¡Estamos en el puesto #141 en misterio/suspenso!
Gracias <3
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Lo prometiste © #PGP2020Where stories live. Discover now