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Jane

—Madre —digo al entrar a mi casa— ya llegué.

No hay respuesta. ¿Mamá no está?  Esto es raro, ya es tarde. Ella llega normalmente a las siete, y ya falta media hora para las nueve.

Subo las escaleras para corroborar que no hay presencia humana dentro de la casa. ¿Acaso mi mamá saldría con Jordan? Reviso el teléfono de la casa. Hay un mensaje en el buzón. Presiono el botón azul para reproducirlo.

—Jane, soy mamá. Llegaré un poco tarde, cosas del trabajo. Jordan está con tu padre. Pide pizza, si quieres.

Se escucha el beep que indica el fin del mensaje. Doy un bufido.

Subo a mi cuarto y abro la cortina de mi escritorio para ver si Ahren se encuentra por Ahí. Recién me estoy dando cuenta de lo que hice en el museo, dejar que se fuera porque seguramente se sintió ignorado. Yo lo invité a acompañarme y luego lo dejé por Jaden... Estuvo mal.

Francamente, y tal vez debería sentirme mal por decirlo, la visita al museo me pareció insulsa, hasta que me encontré al otro chico. No es que no disfrute la compañía de Ahren... Pero no se esforzaba siquiera en apreciar las pinturas y eso me molestó un poco. Aunque eso no me daba el derecho de dejarlo por alguien más (quien sí gustaba del arte). Por ello le pediré disculpas mañana.

~*~

Me he quedado dormida en el sofá, esperando a que mamá llegara. Son las diez con quince, la puerta se abre —me despierto por el ruido de las llaves— y entra mamá. Trae puesto un vestido negro, con un escote en forma de uve. Lleva unos tacones rojos en la mano derecha, se ve agotada.

—¿Todo bien con el trabajo? —pregunto con amargo sarcasmo.

—Sí, cielo... Fue divertido —¡Dios mío! Ha estado bebiendo alcohol.

—¿Tomaste? —interrogo al momento en que mi nariz se arruga.

—Iré a dormir. Papá no llegará esta noche, dormirá con Jordan en la casa de Beth.

Lo que faltaba, esta mujer está más que inconsciente. Beth era el nombre de mi abuela paterna, quien falleció hace unos seis años.

Y además, ¿papá no llegará hoy? ¿Por qué?

—Madre... ¿En dónde estabas? La verdad, quiero la verdad —espeto sintiéndome la mamá en esta situación.

—Jane, déjame dormir, ya es media noche —dice con cara de fastidio absoluto.

—¡Son las diez! —exclamo señalando el reloj que posa sobre la pared.

Quién sabe cuánto habrá bebido, en dónde y con quién ha estado y qué más ha hecho. Sólo espero que realmente sean cosas del trabajo. Pero esperar no me deja tranquila. Necesito hablar con urgencia con mis padres. Mañana tendremos una charla familiar, o quizá hable con ellos por separado... Da igual. Quiero respuestas, y las tendré. 

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Muchas gracias a todos los que me acompañan a escribir esta historia. Está creciendo poco a poco y, aunque la novela no es popular ni destacada, estoy muy feliz de tener este número.
¡Los amo! <3
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Lo prometiste © #PGP2020Where stories live. Discover now