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Jane

Estoy en mi habitación, haciendo trazos delicados con el grafito del lápiz. Haciendo lo que se supone que sería un rostro, que más bien parece una patata mutante. En mi frustración por no poder hacerlo bien, comienzo a hacer trazos largos aleatoriamente en el área de la hoja blanca.

—¡Jane!—grita mi madre desde abajo.

Corro hasta la planta baja abandonando mis actividades.

—Hija, necesito éstas cosas —exclama acercando a mi una hoja de papel doblada por la mitad. La abro, es una lista de víveres y algunos productos personales—. ¿Podrías ir al supermercado a comprar todo eso?

Mi madre se ve cansada, y bastante apurada con la limpieza de la casa. Así que sólo asiento mirando la lista.

—¿Puedo llevarme el auto? —pregunto tomando las llaves de éste antes de escuchar la respuesta.

Parece dudarlo por un segundo, ya que la última vez que conduje, terminé tirando dos botes de basura y el perro del vecino había tenido que ir al hospital veterinario. Pero eso había sido hace casi un año. 

—Está bien, ten cuidado —musita con su voz tan dulce como la miel—. No tardes mucho, parece que lloverá.

Salgo de la casa en el viejo auto azul de la familia, rumbo al supermercado. 

~*~

Bien, tengo todo lo indicado en la lista. 

Pago en efectivo a la cajera —una mujer de aspecto desgastado, con un diente pintado en un descuido del mismo rojo intenso de sus labios—, y salgo de la tienda con dos enormes bolsas de papel, una en cada brazo. Al llegar a mi automóvil, coloco delicadamente una de las bolsas en el suelo para abrir la puerta. 

Una gota de agua cae sobre mi cabeza, otra aterriza en mi mejilla, seguida otra que se impacta en mi nariz. ¡Lo que me faltaba! Ha comenzado a llover. Y no es una leve lluvia; está lloviendo a cántaros. Me apresuro a adentrarme en el carro, cierro la puerta con fuerza y enciendo el vehículo dispuesta a ponerla en marcha, cuando recuerdo que he dejado una bolsa afuera, en el suelo. Salgo del auto e intento tomar la bolsa, ésta se deshace en mis manos tirando todo el contenido al mojado piso. Tomo cada objeto, uno por uno y los lanzo al asiento trasero.  Variedad de productos; desde jabón y pasta dental, hasta carne congelada, vuelan al interior del carro. Menos mal que ninguno se dañó.

Pongo en marcha la Nave Azul —como Jordan suele llamarle— y me encamino de regreso a casa.

Enciendo el estéreo y busco alguna estación que se escuche bien—la tormenta seguramente ha interferido en la señal, pues en todas se escucha nada más que estática—. Finalmente encuentro una melodía, una de mis canciones favoritas: Chasing Cars, de Snow Patrol.  Subo el volumen hasta que la música llena todo el espacio.

—If I lay here, if I jus lay here... Would you lie with me and just forget the world?...

Cantando a todo pulmón, en el auto, mientras llueve, sólo hace que me sienta dentro de un video musical, una sensación satisfactoria llena mi cuerpo. Todo bien, cuando brutalmente aparece alguien frente a mi camino. Freno. El auto se detiene de golpe, dándome un tirón hacia enfrente y luego azotándome en el respaldo del asiento. Ladeo la cabeza, el cuello me crepita. Fijo la mirada en ese Alguien que casi arrollo, quien, afortunadamente está de pie, regalándome una mirada fulminante de un tono azul. Ahren. 

Se que está mal, pero la imagen de mi vecino con cara de pocos amigos, debajo de una incesante lluvia, y con el cabello cubriéndole la mitad de los ojos, me resulta bastante cómica. Suelto una leve carcajada. Claro, luego de reírme me siento culpable y abro la puerta del acompañante.

—Sube—grito para que mi voz pueda oírse a través de la sonora lluvia.

—No, voy caminando—frunce el ceño.

—No es una petición, es una orden. Sube, o te resfriarás. Además, estás muy lejos de casa, pequeño—digo como si estuviera hablándole a un niño—. Te llevo.

Ahren suspira, no quedándole otra opción mas que subir a la Nave Azul.


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♪ ♫Jane y Ahren, sentados en un auto ♪ ♫  

Ok no :v

Gracias por leer, y dejar su voto. ☆

Los quiero 

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Lo prometiste © #PGP2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora