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Jane

Quizá fue un mal comienzo, tal vez el entusiasmo fue demasiado, pero eso no significa que vaya a pasarla mal todos los días.

Las clases del primer día transcurrieron con normalidad, ya saben, presentarnos, hablar de las vacaciones... Lo típico del primer día de escuela.

Llego a mi morada desanimada, lo cual, nadie nota pues no hay señal de vida en la casa.

Ayer en la noche hablé con mi madre, y me contó en qué consistiría la nueva rutina; papá va a su trabajo —como editor de una revista de negocios— en la mañana, mientras mamá sale a buscar empleo —ella solía trabajar como médica forense, pero luego de aquel acontecimiento quiso olvidarse de todo aquello relacionado con la muerte—, Jordan va a la escuela, y se queda en clases extraescolares, así mi madre puede pasar por él cuando regresa.

3:35 p.m.

Los números verdes que se exhiben en el reloj digital parecen cambiar con una cruel lentitud. Pensar que así será todos los días me inquieta, el concepto de soledad es algo a lo que me encontraba ajena hasta hace un par de meses, aunque ahora puedo verlo de una forma un tanto más literal. Quizá es un buen momento para ir a socializar... No, olvida eso, espera a que la gente quiera socializar contigo. Debería ir a buscar a Ahren. Salgo decidida de mi casa, abriendo la rechinante puerta de madera. Me encamino a la casa de al lado, y cuando por fin llego, toco el timbre. Se abre la puerta.

—Hola —digo antes de ver quién abrió.

—¡Jane! Qué gusto verte —exclama el hombre de sonrisa perfecta.

—Christopher, hola —respondo amablemente— ¿Está Ahren?

—No...

—Oh, entonces regresaré más tarde —interrumpo con la intención de marcharme.

—No —dice casi gritando—, Ahren no tarda en regresar, pasa, puedes esperar aquí dentro.

Entro a la casa, es mejor que estar sola en la mía. Christopher me dice que me siente en el sofá y luego me ofrece un vaso con limonada, el cual, con el calor veraniego que hace, no puedo rechazar.

—Y bueno, Jane —empieza a hablar— cuéntame sobre ti, ¿De dónde vienes?

—Pues... Sólo de algunos kilómetros más lejos de aquí.

Christopher ríe y se acerca más a mí.

—¿Qué tal tu primer día?

—Estuvo bien, eso creo... No lo sé —suspiro.

—Eso suena mal —esboza una sonrisa comprensiva.

—Creo que no soy muy agradable —frunzo el ceño— al parecer doy mala impresión.

—Oh, vamos ¿por qué dices eso? A mí me caes bien, y créeme cuando te digo que no das ni un gramo de mala impresión.

Me mantengo en silencio, y le doy un sorbo a mi limonada.

—¿Tus padres no están en casa? —pregunta de la nada.

—No, ellos trabajan.

—Debes distraerte un poco ¿Quieres ver una película?

Pienso en Ahren por un momento, ¿No había dicho que regresaría pronto?... Esa idea se va rápidamente de mis pensamientos, y finalmente accedo. Christopher pone un disco en el DVD, desconozco de qué película se trata. Un par de minutos después, el hombre se acerca más a mí, y pasa un brazo alrededor de mis hombros, me estremezco, pero él hace caso omiso. Mi cabeza cae sobre su pecho. Sin darme cuenta, caigo dormida.

El sonido del timbre me despierta.

—Mierda —pronuncio en voz alta, lo que despierta a Christopher—, ¿cómo es que me dormí?

Él se pone de pie rápidamente para ir a abrir la puerta. Veo el reloj, son las siete y media de la tarde.

—Oh, mierda, mierda, mierda... —susurro. Mi madre me va a matar.

Voy tras Christopher, cuando abre la puerta, el rostro de mi madre aparece. La expresión en sus ojos es de sorpresa, más no me ha visto, sino que está mirando al hombre de ojos azules que se encuentra enfrente de mí. Volteo a verlo, el sonríe de una manera extraña.

—Hola, Sarah —enuncia Christopher.

Él conoce a mi madre... ¿Acaso la ha visto en el vecindario? Por el asombro que percibo en su mirada, lo dudo.

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Hola 7u7
Gracias por leer
<3

Lo prometiste © #PGP2020Where stories live. Discover now