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Jane

—¿Por qué lo haces? —pregunté atónita al ver sus muñecas.

—No lo entenderías, Jane. Deberías preocuparte por asuntos tuyos —me contestó sin mirarme.

—Eres mi hermano, esto es asunto mío —contesté con suavidad.

No podía creerlo; aquella persona que siempre sonreía, que llevaba el Sol consigo, involucrado en una situación como esa. Era simplemente imposible, o eso era lo que quería pensar.

¿Debo decirle a mamá?... Esa era la pregunta que me taladraba de día y de noche en esos tiempos. No sabía qué hacer.

—Por favor, para —fue lo único que pude decir.

—No puedo —cerró los ojos con fuerza y en ese momento se soltó a llorar.

Mi corazón se quebró en dos al ver a Jareth así; llorando y tratando de ocultar su rostro entre sus manos. Me sentí impotente. No podía arreglar eso, no podía hacer nada.

«Tal vez es una etapa» quería creer, «quizá la adolescencia le afectó»... Me negaba a asimilar que él se estuviese cortando. No quería comprender que tuviese problemas.

—¿Desde cuándo? —lo atacaba con preguntas, era lo único para lo que hacía conexión cerebro-boca.

—No lo sé, hace algún tiempo... Meses, tal vez —soltó entre suspiros.

¿Meses? Nunca lo pensé.

—Esto no puede seguir así... Sé que tal vez no me tengas la confianza suficiente, pero en serio, puedes confiar en mi, Jareth. Si tienes problemas, puedes contármelos.

Él sólo asentía con la mirada perdida y los ojos llorosos.

—Necesito que me prometas algo —dije firme, tomando sus manos.

Volteó a mirarme, expectante a lo que decía.

—Prométeme que no lo harás más —exigí.

—Está bien —musitó vacilante—... Lo prometo.

Lo prometiste © #PGP2020Where stories live. Discover now