2. La tormenta.

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Tras unos breves segundos en silencio, todos comenzamos a marchar hacia una zona más despejada, dejando atrás a todos los criminales noqueados o terriblemente heridos, y al poderoso robot que ahora yacía en el suelo, convertido en una total chatarra.

No hizo falta que Drake dijera que el asunto era urgente, se notaba en su cara, algo grande se aproximaba. Así que, una vez que estuvimos bastante alejados de la destrucción, llevé mi mano a mi comunicador y de inmediato contacte con nuestra amigable Inteligencia Artificial.

–Wells, necesitamos que nos recojas de inmediato –anuncié mientras todos nos deteníamos y clavábamos la mirada en el cielo.

–A sus órdenes, joven Daniel –respondió alegremente ese computador, y pocos segundos después se encontraba deteniéndose en una zona vacía del muelle.

Abordamos la nave en silencio, y lentamente nos fuimos distribuyendo dentro de ésta. Una vez que todos estuvimos en posición, la voz de Wells volvió a sonar, interrumpiendo la quietud que reinaba en el lugar.

–Archer, lamento molestarlo, pero el señor Dolent desea hablar con ustedes –comentó Wells, con lo que parecía ser vergüenza.

A pesar de estar intentando concentrarme en lo que estaba por venir, decidí aceptar la comunicación.

–Pásalo –ordené, mientras me quitaba la capucha y mi protector del rostro.

Sin decir otra palabra, un pequeño espacio se abrió en la pared que se encontraba a mi izquierda, y fue remplazada por una pantalla con la última tecnología y la máxima definición de sonido e imagen. En esta pantalla se podía observar el rostro de un joven de no más de veinticinco años, el cual contaba con un cabello colorado que encuadraba perfectamente la pálida piel de su rostro, la que resaltaba a su vez los oscuros y grandes anteojos que llevaba puestos casi todo el tiempo.

Al verme, el muchacho esbozó una leve sonrisa y de inmediato preguntó:

–¿Y bien? ¿Cómo funciono el sistema de camuflaje que instalé en tu traje?

–Perfectamente, gracias otra vez por esto, y por todas las otras cosas que...

–Te lo dije un millón de veces, después de las atrocidades que hice, debería estar agradeciéndole yo a ustedes por esta chance de redimirme –me interrumpió el joven antes de que pudiera terminar.

Pocos meses después de que El Fuego de la Libertad cayera, y decidiéramos seguir nuestros caminos sin ayuda de gente inocente ni de los gobiernos, Ian Dolent apareció en nuestra puerta, en nuestro edificio supuestamente secreto.

Ian había llegado a ser conocido por ser el hijo de George Dolent, un multimillonario empresario y un verdadero genio, quien, lamentablemente, utilizó su fortuna y dotes intelectuales para hacer secuestrar a miles de personas alrededor de todo el globo. Todas esas personas iban a tener el mismo destino: El equipo de científicos pagados por Dolent iban a experimentar con ellos hasta que pudieran encontrar una cura para la extraña enfermedad que aquejaba a su esposa, la cual hacía que, totalmente fuera de su control, se transformara en una criatura de piel pálida, largas garras capaces de cortar un cuerpo en pedazos en cuestión de segundos, y con una terrible sed de sangre, la cual la había forzado a cometer pequeñas masacres en las zonas cercanas a la enorme mansión en la que vivían. Muchas veces George evitó que su esposa se quitara la vida, y siempre prometía que sus científicos estaban cerca de encontrar una cura, pero lo único que estaban logrando era crear más monstruos en un escondido laboratorio subterráneo.

Afortunadamente, Ian, inteligente como era, logró encontrar y una forma de contactarnos para informarnos de las acciones de su padre. Él estuvo al tanto de la situación desde casi el principio, pero viendo el sufrimiento de su madre, decidió no actuar, hasta que ya no lo soporto. Lamentablemente nos enteramos de ésta situación demasiado tarde, y, para cuando irrumpimos en el lugar, los científicos habían infectado con esa terrible enfermedad a cientos de personas, las cuales exhibían los mismos síntomas que la esposa del multimillonario, solo que de una forma mucho más agresiva, siendo incapaces de recuperar su forma humana.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosOnde as histórias ganham vida. Descobre agora