24. Última noche en la tierra.

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Con Cíclope a la cabeza y Wells indicándonos el camino a seguir, sortear el laberinto, aun con todos los guardias que quedaban, fue bastante fácil. La gran mayoría de ellos no se atrevían a enfrentarse al prisionero, y los que sí lo hacían eran dejados fuera del camino con un solo y brutal puñetazo de parte de nuestro "compañero", aunque notábamos que no estaba usando toda su fuerza para evitar asesinarlos.

Cíclope incluso nos ayudó a devolver a unos pocos prisioneros liberados por Wells con los que nos cruzamos de vuelta a sus celdas, mientras que la gran mayoría de ellos, aún encerrados, solamente se dedicaban a mirar en silencio como el antiguo dictador avanzaba por los pasillos en todo su esplendor. Se podía percibir el miedo que infundía en los corazones de esos criminales la presencia de Cíclope; algunos de ellos incluso habían trabajado para él durante su gobierno, de forma que sabían de lo que era capaz.

Con relativa facilidad logramos salir de la zona de celdas, aunque nuestro acompañante tuvo que arrancar una de las pesadas puertas metálicas que separaban la prisión de la zona de descanso de los guardias.

–Debemos llegar al patio, una vez allí podemos volver a acceder a las alcantarillas –señalé, mientras miraba en todos los pasillos para comprobar que ningún enemigo nos estuviera tendiendo una emboscada.

–¿No pueden hacer que su nave nos venga a buscar al patio? –preguntó Cíclope, a quien claramente no le gustaba mucho la idea de caminar por las cloacas.

–Técnicamente podemos activar el localizador a distancia, pero el lugar está lleno de torretas anti-aéreas, y, sin Wells para que active las defensas, la nave estaría totalmente desprotegida y perderíamos nuestro único boleto de salida –aclaró Joel, cuyo traje todavía era inútil para pelear, de forma que se encontraba siempre en el medio del grupo para evitar impactos.

–¿Wells? ¿Ese sería este simpático robot? –preguntó Cíclope mientras miraba a la inteligencia artificial– ¿Le diste ese nombre por...?

–Ni siquiera te atrevas a mencionarlo –lo interrumpió Joel con una mirada amenazadora en su rostro, mientras que llevaba su mano al detonador.

–Supongo que hay algunas heridas que nunca sana –dijo Cíclope sonriendo al ver como Surfer se había alterado– Volviendo al tema ¿torretas anti-aéreas? ¿Eso es lo único que se opone a que mantenga mis pies limpios? Pensé que eran más capaces que esto, pero me he equivocado antes.

–Estás más que invitado a destruirlas si eso es lo que quieres –replicó Emma en tono desafiante.

–Eso es lo que planeo hacer, señorita Kyle, pero antes, necesito que me indiquen el camino hacia el cuarto de evidencia –repuso él, dejándonos a todos algo confundidos.

–Emm... el cuarto de evidencia está girando en el siguiente pasillo a la izquierda, la última puerta junto a un extintor de fuego –indicó con precisión Wells, algo dubitativo.

–Muchas gracias.

Dicho esto, Cíclope comenzó a caminar siguiendo las indicaciones que había recibido, hasta que Drake se le adelantó y le puso su filosa espada contra el cuello, forzándolo a detenerse.

–¿Sabes que puedo arrancarte esa cosa del brazo con mano y todo verdad? –preguntó Cíclope con un tono serio y sin mirar a Paladín– Quita esa cosa de mi cuello antes de que lo lamentes, Guardián Rojo.

–No vas a ningún lado sin nuestra supervisión –aclaré, sin darle tiempo a Drake para hacer enojar aún más al prisionero.

–Y yo no voy a ningún lado sin lo que está en ese maletín, así que tienen dos opciones: me dejan ir a buscarlo y nos vamos todos felices, o me quedo aquí y encuentran otra forma de salvar al mundo –agregó él con una voz tranquila y sin parecer demasiado preocupado–. Solo será un segundo, saben que tengo una velocidad mucho mayor a la de una persona normal.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWhere stories live. Discover now