32. Quien no juega no gana.

4K 222 204
                                    

El viaje de regreso a nuestro asentamiento temporario fue largo, lo que permitió que Rebecca pusiera al tanto de su historia a Rachel y a Amy, quienes escucharon con atención la larga y triste historia de aquella desdichada muchacha; y cuando llegamos nos encontramos con que La Resistencia ya había comenzado a desalojarlo, seguramente trasladándose hacia nuestro nuevo y definitivo campamento.

Solo algunas carpas habían quedado sin ser levantadas, y se podía ver a unas pocas personas cargando caja tras caja en los aviones de transporte, que ya se preparaban para despegar.

Entre aquellas personas destacaban Briggs y Kali, la cual se encontraba cargando dos gigantescas cajas que debían de pesar más de doscientos kilos cada una sin sudar una sola gota.

Al verme, Briggs detuvo lo que estaba haciendo y se acercó con una sonrisa de satisfacción en el rostro en la cual se podía leer perfectamente la frase "te lo dije".

–Como ya te habrás dado cuenta, la misión fue un éxito y no hizo faltar usar esto –dijo, soltando exactamente las mismas palabras que me había imaginado que iba a decir, sin borrar la sonrisa de su rostro y tendiéndome el detonado.

–Otro día será –repliqué mientras tomaba el peligroso objeto entre mis manos–. Briggs, te presento al nuevo miembro del equipo, Rebecca Torrance.

–Miembro temporario –recalcó ella de inmediato.

–Sea como sea, será un placer trabajar a su lado –agrego educadamente Briggs, tomó la mano de la salvaje muchacha para luego besarla, algo a lo que, por la expresión en su rostro, ella no estaba muy acostumbrada.

Sin más, Briggs se alejó para retomar su trabajo, y Rebecca no pudo evitar llevar su mirada a Kali, quien seguía demostrando su impresionante fuerza a lo lejos, y realizar la pregunta obvia.

–¿Ella está en el equipo?

–No –respondí secamente–, y te recomiendo que no te le acerques mucho.

–Me imagino que debe haber una historia allí –agregó al escuchar mi respuesta.

–Tal vez demasiada –agregó Amy, aún debilitada, por lo bajo.

Tras llevar a nuestra herida compañera al avión médico para que sea trasladada de inmediato, nos dispusimos a ayudar a cargar las pocas cosas que quedaban en los aviones y, a pesar de contar con la fuerza de Kali y ahora con la de Rebecca que no tenía demasiado que envidiarle a la de la primera, nos llevó el resto del día.

La noche nos encontró en pleno vuelo hacia nuestro destino, pero para cuando despertamos el avión ya estaba colocando sus ruedas sobre la improvisada pista de aterrizaje que La Resistencia había construido apresuradamente para facilitar el movimiento en el lugar.

Por lo que podía ver nos encontrábamos en la costa sur de Islandia, aunque ignoraba totalmente el punto exacto, pero eso me traía sin cuidado, el hermoso paisaje me hacía olvidar por completo los monótonos y aburridos desiertos sin vida a los que estábamos acostumbrados.

Ahora estábamos en un pequeño pueblo, cuyos edificios se encontraban terriblemente deteriorados por las condiciones climáticas y el abandono, ubicado a la orilla del océano, y rodeado por unos enormes e imponentes acantilados que sin duda servirían para ocultar un poco mejor nuestras actividades a Eon.

Debido al importante frío que hacía nos vimos obligados a dejar de lado las carpas e instalarnos todos en las numerosas casas que había en el lugar, las cuales acondicionamos rápidamente. Estábamos algo apretados y la privacidad parecía ser cosa del pasado, pero si nos esforzábamos podríamos levantar nuevas viviendas para descomprimirnos un poco, precarias sin duda, pero lo suficientemente cómodas para ser habitadas.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWhere stories live. Discover now