49. Hasta el último aliento (Parte 1)

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Cuando llegó el día marcado, una multitud silenciosa abandonó sus precarios hogares y marchó hasta la pista de aterrizaje, donde los aviones esperaban con los motores encendidos, preparados para despegar y llevarnos a nuestro destino final.

Las palabras de aliento se habían diluido con el pasar del tiempo, y ahora ya no se veía precisamente coraje en el rostro de aquellas personas; no, lo que se veía era el más puro terror. Pero aun así marchaban, muchos de ellos sabiéndose muertos vivientes. Sin embargo, el pulso no les temblaba, las lágrimas no caían, y, para el observador inexperto, aquellas personas bien podrían ser el mejor ejército sobre la tierra. Lo que los delataban eran sus ojos, allí era donde todo el miedo se acumulaba.

Quedaban tres días hasta que nuestro mundo dejara de ser habitable para los humanos, de ahí en más nuestro planeta sería tierra de Eon. Por supuesto, él no estaría sólo; lo acompañarían Los Elegidos, todos aquellos humanos que habían decidido unírsele y servirle como esclavos. Aplicando tecnología similar a la que usó para convertir los cadáveres en Mejorados, alteró el cuerpo de los que se habían rendido y de los Shadows, sus siempre fieles sirvientes, todo con el fin de que puedan vivir en el nuevo mundo que Eon crearía. Después de todo, ¿de qué sirve ser rey de la nada?

Sorprendentemente, la mayoría de las personas que quedaron vivas en el campamento, aproximadamente unas doscientas cincuenta, decidieron cargarse un rifle al hombro y dirigirse hacia los aviones de carga. Iríamos apretados, pero probablemente el viaje de vuelta sería un poco más liviano...

Solo los niños, y aquellos que estaban demasiado heridos para luchar, quedaron atrás, viendo La Marcha de los Muertos Vivos. A ellos también se sumaban un puñado de Los del Fondo, que, sin dar el brazo a torcer, se resignaron a morir en aquel lugar, aunque prometieron cuidar de los heridos y de los niños, y eso ya era algo.

–Todo estará bien, Daisy, lo prometo –dijo Frank, agachado a la altura de la hija del piloto.

–Eso es lo que él dijo antes de irse... –respondió la niña, con lágrimas rodando por sus rojas mejillas– No puedo perderte a ti también. Sé que te hice enojar en este tiempo, pero no tienes que irte, seré buena lo prometo, yo...

Frank envolvió a Daisy con sus fuertes brazos y acalló el sonido de su llanto apoyando su cara contra su pecho.

–Fuiste perfecta, niña, y no vas a perderme –respondió Frank–. Pero tu padre fue muy valiente, él puso su vida en peligro para traerme aquí, y, si me quedo, estaría deshonrando su memoria. Ahora, promete que serás una chica buena mientras estoy fuera.

Ella asintió, y Frank respondió sonriendo ampliamente y elevando su puño para que Daisy lo choche.

–Esa es la actitud –dijo Ironside, una vez que la niña, con una forzada sonrisa, chocó su puño con el de él–. Volveré, lo prometo.

Terminada su charla, el soldado se levantó y se unió a la marcha. Al pasar a mi lado, me dedicó una breve mirada y asintió antes de continuar. El mensaje que se leía en ese rostro era claro: "esto tiene que terminar ahora, como sea, pero tiene que terminar", y yo no podía estar más de acuerdo.

Cuando aquel triste grupo de gente termino de pasar, me uní a la fila y avancé hasta los aviones. Todos habían sido informados del plan de batalla, el generador de portales de Jason estaba cargado, y el primero de los transportes había zarpado hacia destino. Las últimas piezas del tablero iban tomando su posición final, el juego estaba a punto de acabar.

Ya estaba a punto de entrar en la pista de aterrizaje, cuando Amy me tomó con fuerza y me sacó del camino, poniéndome contra la pared de una casa cercana.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWhere stories live. Discover now