50. Hasta el último aliento (Parte 2)

2.2K 187 184
                                    

–Parecía que necesitaban ayuda –comentó Clark, caminando hacia mí–. Llegamos tan rápido como pudimos.

–Voy a pretender que no hiciste un chiste sobre velocidad –comenté con cansancio–. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

–Bueno, te debía una después de que me perdonaras la vida, lo que no significa que no espere la revancha.

–Si no ganamos aquí, no hay revancha –respondió Elliot, acercándose a nosotros.

–¿Dónde nos necesitan? –preguntó Quickstrike, perdiendo el tono bromista.

–La Resistencia está poniendo una buena pelea, pero están superados ampliamente, necesitamos que ayuden allí. También aquella cosa gigante está lista para atacarnos, necesitamos que la mantengan alejada del científico que acaban de salvar –respondí, refiriéndome a Ouroboros.

–Entendido –tras decir esto, Clark lanzó un fuerte silbido que hizo que la docena de velocistas que había traído consigo se detuvieran–. Equipo A, al campo de batalla; equipo B, conmigo.

Inmediatamente, los grupos salieron disparados en direcciones opuestas: Clark había elegido encargarse personalmente de Ouroboros.

En ese preciso momento, una daga se clavó en mi pierna, forzándome a caer de rodillas. Damien estaba de vuelta en el juego, a pesar de tener la nariz rota, y estar sangrando severamente.

Celerity le dirigió una mirada asesina, y se prepararó para atacarlo, pero yo coloqué mi mano sobre su pecho para detenerlo.

–Llévate a este bastardo lejos, lo necesitamos fuera de combate –dije, señalando a Loner, que seguía inconsciente tras la batalla con Quickstrike.

Elliot parecía estar a punto de contestar algo, pero finalmente asintió, tomó a Loner y desapareció de mi vista.

Quité la daga de mi pierna con una mueca de dolor. No había pegado en nada muy importante. Todavía podía pelear, y creo que eso era justamente lo que buscaba Damien: todavía había algunas heridas que cerrar en combate.

–Sabía que eras malas noticias el día que cruzaste la puerta de nuestra base –dijo Blackbird, extendiendo sus alas–. Es tu culpa que Felicity no esté a mi lado, ayudando a Eon a gobernar este planeta, a mejorarlo.

–Quiero creer que alguna vez fuiste un hombre honorable, Damien –comenté, cargando una flecha en el arco–. Pero sé que ese hombre ya murió hace mucho tiempo, solo queda un cascarón vacío de lo que alguna vez fue, un monstruo, y me encargaré de detenerlo... para siempre.

Blackbird me sonrió, quitando dos dagas más de su traje. Parecía que todo estaba listo para lanzarnos nuevamente a combatir cuando, desde los cielos, Felicity cayó a toda velocidad a unos pocos metros de nosotros.

Rocket logró ponerse de pie tambaleando. Parte de su traje estaba roto, tenía cortes en varias partes del cuerpo que sangraban profusamente, pero seguía en pie, o por lo menos lo hacía hasta que Eon descendió con rapidez, y le asestó un terrible puñetazo que volvió a enterrarla en el suelo, haciendo que todo el campo de batalla se fije en él.

Felicity empezó a levantarse, pero El Antiguo le dio una patada lo suficientemente fuerte para darla vuelta, dejándola mirando al cielo, golpeada y cansada.

Aprovechando la distracción, Bones se giró rápidamente y tomó la tabla de Surfer en el aire, que venía sin piloto directamente a chocarlo, y con toda su fuerza golpeo a Joel con la misma, arrojándolo al suelo sin más.

–¡Joel! –exclamó con preocupación Sandy.

Esto le dio el tiempo justo a Tsunami para lanzarse, como si de una ola se tratara, sobre ella. La fuerza del agua fue demasiado fuerte, y logró arrojar a Dune al suelo, pero sabiendo que eso no iba a ser suficiente para derrotarla, la villana rápidamente retomó su forma humana y comenzó a ahorcarla.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt