11. Hacer sangrar a un dios.

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Un potente golpe en mi rostro fue todo lo que necesité para volver a estar consciente, y desperté en el momento exacto para evitar que Amy me diera otra bofetada, aunque, por el poderoso ardor en mis mejillas, tal vez no había sido sólo un golpe.

Me incorporé inmediatamente y miré a mi alrededor, todos mis compañeros estaban junto a mí, aunque la mayoría miraban la oscuridad de la cueva con ansias y no parecían muy preocupados por mi estado, el que más denotaba esto era Drake.

–¡Saben que va a estar bien, tenemos que movernos! –exclamó Paladín con la mirada clavada en la lejanía.

–Ya está de vuelta –comentó Amy sonriendo mientras me miraba.

–Paladín tiene razón... tenemos que movernos, no hay tiempo que perder –todavía tenía la visión de Ana perdiéndose en la oscuridad grabada en mi mente, así que me levanté del suelo aguantando el dolor y me sacudí un poco.

–Logramos ahuyentarlos, pero seguro van a volver en cuestión de minutos –me informó Damien, claramente refiriéndose a los secuaces de Kali.

Todos mis compañeros tenían algún que otro golpe en sus trajes o en sus cuerpos, pero ninguno estaba herido de gravedad de manera que estábamos en condiciones de continuar peleando. Sólo había una persona por la cual preocuparse.

Me acerqué lentamente a Gladiador, quien se encontraba en el suelo y se tomaba sus piernas con fuerzas, mientras que mostraba una devastadora expresión de dolor en su rostro, claramente el padre de Jax había olvidado que él no debía combatir.

–Edward, tienes que irte de aquí antes de que vuelvan –sugerí mientras que me agachaba junto a él.

–Estoy bien, sólo necesito un segundo –comentó e hizo un enorme esfuerzo por levantarse–. Dios, había olvidado lo bien que se siente patear traseros.

El gigantesco sujeto apoyó su pesada mano en mi hombro y me miró con una sonrisa, él estaba listo para el segundo round, y no había nada que yo pudiera decir que cambiara su opinión.

Simplemente asentí con la cabeza, dándole a entender que había entendido su mensaje, y comencé a caminar rápidamente hacia la oscuridad de la cueva.

–Vamos –comenté sin girarme a ver al resto de mis compañeros.

El lugar se encontraba totalmente sumido en sombras, y, por la pesadez del aire, se notaba que había permanecido cerrado por miles y miles de años.

Gracias a mis poderes podía caminar tranquilamente en la oscuridad de lugar, lo mismo sucedía con Joel, que utilizaba la visión nocturna de su traje para avanzar, sin embargo, pedí a Rachel que tomara la delantera y utilizara sus poderes para iluminarnos el camino.

Sin perder un segundo, la joven alienígena dio un paso al frente y cubrió sus manos de energía purpura, con la cual nos fue develando el camino.

Ni bien las luces de Rachel iluminaron el paso, pude notar que había dos pares de huellas que iban por delante de nosotros, unas más grandes y que indicaban que quien las había hecho iba caminando tranquilamente, las cuales identifique como pertenecientes a Kali; y por otro lado, había otras huellas más pequeñas, hechas por Ana, y que indicaban que iba a toda velocidad tratando de alcanzar a nuestra enemiga, sólo me quedaba esperar que no hubiera logrado su objetivo.

–¿Notaron lo perfectamente bien que esta cueva está construida? –preguntó Joel, quien desde que había entrado se la había pasado mirando las paredes.

–¿Construida? –preguntó Emma, algo confundida– ¿Alguien hizo todo esto?

–Sin duda, es demasiado perfecta como para ser algo natural –contestó el joven genio.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWhere stories live. Discover now