29. Confía, pero verifica.

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‒¿Qué hace ella aquí? ‒fue lo único que atine a preguntar una vez que la sorpresa inicial hubo pasado y el enojo comenzó a tomar su lugar.

‒Por favor, permitan que nos expliquemos ‒dijo mi madre, interponiéndose entre ella y nosotros al notar que estábamos haciendo un esfuerzo tremendo para no ir a patearle el trasero.

‒¿Qué hay que explicar? ‒preguntó Amy sin más‒ Es nuestra enemiga, es su culpa que todo esto pasara.

‒Ella no es Kali ‒respondió Stella desafiante, sin siquiera retroceder un paso‒. Felicity la venció.

‒Es exactamente la misma mentira que dijo para hacerme caer en su trampa ‒le espeté con bronca a mi madre, pero clavé mi mirada en nuestra enemiga, quien no pudo evitar desviar su mirada de mí con vergüenza‒, y estaba tan desesperado por creerle que ni siquiera lo dude. No voy a permitir que comentan los mismos errores que yo.

‒Soy yo, chicos, lo juro ‒dijo la sádica villana, con lágrimas corriendo por sus mejillas y la vista clavada en el suelo.

‒Discúlpame si no te tomo la palabra ‒replicó sarcásticamente Sandy, ya preparada para el combate.

La tensión había ido creciendo segundo a segundo en aquel caluroso bunker hasta dejar a todos inmóviles, como si un hechizo hubiera convertido a cada una de aquellas personas en una estatua. Pero, de repente, algo extraño comenzó a pasar.

Lo que al principio parecían ser pequeñas vibraciones sin mayor importancia, empezó a crecer hasta convertirse en un poderoso temblor que hacía que enormes pedazos de techo cayeran al suelo, y que amenazaba con tirar toda aquella estructura sobre nuestras cabezas.

Una terrible sensación de desconfianza me inundaba, como si en el momento en que le quitara los ojos de encima a Kali recibiría una apuñalada por la espalda. Pero a pesar de eso me obligué a llevar mi atención a quien sabía que era la causante de aquel extraño fenómeno, al cual nadie parecía encontrarle explicación.

Me agaché frente a Emma, y me di cuenta de inmediato de que algo extraño estaba pasando. No parecía haberse percatado de mi presencia, y a pesar de que le sacudía los hombros y le gritaba no parecía ser capaz de sacarla de su estado de trance.

Gravity mantenía su mirada clavada en la persona que la dejó en aquella silla, la cual miraba a nuestra amiga con una mezcla de tristeza y miedo, pero eso no era nada.

A pesar de estar un estado casi catatónico, podía notar que miles de cosas estaban pasando dentro de la mente de Emma: ira, horror, sorpresa, confusión, desconfianza, inseguridad y mucho más. El maremoto de emociones fue suficiente para sobrecargar la mente de nuestra amiga, y ahora ella amenazaba con liquidarnos a todos en donde estábamos parados.

Mientras intentaba regresarla a la normalidad no pude evitar que mi mente divagara hasta encontrarse con el recuerdo de nuestra visita a Darkside, en la cual Emma prácticamente pulverizó a su padre con un estallido de poder, y no pude hacer otra cosa que rogar porque no volviera a ocurrir. Nadie sabía de lo que era capaz la mente de nuestra amiga si se salía de control.

Alcé la vista por un segundo y observé que Joseph se acercaba de atrás con una jeringa en sus manos, claramente tratando de darle algún tipo de calmante. Intenté advertirle, pero él siguió avanzando hasta que, de repente, los poderes de Emma lo mandaron volando al otro lado de la habitación.

Inmediatamente los soldados de La Resistencia que estaban en la habitación, asustados como estaban, alzaron sus armas, pero pocos segundos después comenzaron a levitar, haciéndoles imposible apuntar.

–¡Emma! ¡Despierta! –le seguía gritando a pocos centímetros de su cara, pero nada parecía funcionar– ¡No lastimes a estas personas!

Me di vuelta y noté que Kali seguía en la habitación, incapaz de decidir si quedarse allí quieta o intervenir de alguna manera.

Mundo de héroes: Tiempos oscurosWhere stories live. Discover now