1. La primera vez que te vi

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"La primera vez que te vi, sentí la conexión."


Tenía las manos pequeñas. Pálidas y sucias. Pero fuertes. Con las dos manos agarro la pata de la mesa y la arranco, dejo que volara hasta que choco contra la pared llenando la habitación con su sonido. El pequeño tembló desde dentro del armario cuando el pedazo de madera cayó al suelo. No sabía cómo había llegado allí, pero trato de no hacer ruido y siguió observando.

Ella toco la tapicería del sofá y salto sobre ella. Salto una, dos, tres veces. Sus pies descalzos y sucios, como si hubiera saltado sobre un charco sucio, marcharon la tapicería. Ella agarro el respaldo y desgarro el sofá por completo, el relleno se esparció por el salón.

Cuando acabo y el sofá no era nada más que tela desgarrada y madera rota, se acerco al armario. Él se fijo en sus ojos, salvajes, libres, pero sobretodo expresivos. El pudo ver a través de ella en un solo momento. Vio su dolor, su pena, su perdida. Lo había perdido todo... El no creyó que una niña tan pequeña hubiera soportado tanto, parecía tan frágil... Como sus manos. Pequeñas. Pero fuertes.

El armario se estrelló contra el suelo cuando ella lo empujo. Lo pateo con fuerza, tanto que el pequeño se esforzó por no asustarse. El armario se quedo completamente horizontal, tumbado en el suelo. Ella salto sobre el armario. El pequeño temió ser aplastado.

De repente ella paro.

Abrió la puerta del armario, el solo podía ver sus pies sucios. Mantuvo la respiración.

Ella se agacho. Sus pequeñas rodillas tocaron el suelo.

Al verlo a él abrió mucho los ojos, y el sintió como algo lo quemaba por dentro.



-¡Oye, Kevin!- Le grito Matt al oído.- Despierta tío, ¿sabes dónde estamos?

Kevin miro por la ventana del autobús. Odiaba cuando alguien lo sacaba de su mundo. Era extraño... Aquel día, cuando ella lo miro Kevin parpadeo y ella se había esfumado. Estaba en la cocina y la mitad de su magdalena se le cayó al vaso de leche. Tuvo que subir a cambiarse después de eso.

-¿En Aperid's side?- Dijo Kevin intentado sonar emocionado. Aun no sabía porque ocurrió aquello. No se había quedado dormido, eso lo tenía claro. Entonces significaba que estaba loco, y eso tampoco le gusto así que decidió dejarlo en el aire.

-¡Es la mayor concentración de moteros del mundo! Tío, es una pena que te hayas lesionado la rodilla, hubieras estado genial en la carrera de motos.

Kevin asintió y sonrió a su amigo, quien no dejaba de recordarle lo de la rodilla. Una tontería, en realidad. Se cayó de la moto cuando la recordaba a ella, no iba rápido pero aun así el médico no le dejo participar en la carrera de hoy.

-Otra vez será.


Kevin quería irse de allí, ver a otros hacer lo que a él le gustaba cuando el no podía no le gustaba en absoluto. Desgraciadamente, Matt era muy insistente.

Kevin espero durante una hora y media, después se levantó y se despidió de Matt. El apenas se dio cuenta, pues los motoristas estaban acercándose y cuando Kevin se levantó el primer motorista paso rápidamente, llenando los vítores con un sonido mucho más fuerte y poderoso. El rugir de la moto llego hasta Kevin y el no pudo evitar girarse, al fin y al cabo, era un sonido que el amaba.

Un. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis motoristas pasaron y Kevin ya estaba pegado a la barandilla, en primera fila. El dolor de no haber podido participar se acentuó en su interior. Y entonces, de repente, se disipo y la sorpresa lo sustituyo. Después, un remolino de emociones lo asalto y no pudo apartar los ojos.

Las motos ahora eran algo secundario. Apenas oía el furioso rugido que emitían. Otra moto paso y tapo lo que Kevin miraba tan intensamente. La moto apenas tardo unos instantes en apartarse pero a Kevin le parecieron horas. Se tenso cuando los ojos que miraba tan ansiosamente se fijaron en los suyos.

Ella abrió mucho los ojos.


Kevin suspiro ruidosamente y se tiro a la cama. Había intentado llegar a ella, pero un motorista se cayó de la moto y todo se volvió un caos, cuando llegó al lugar donde la había visto ella ya no estaba.

Decidió darse una ducha, pues estaba completamente sudado por el esfuerzo y el calor. Se quito la ropa y se miro al espejo, un chico de ojos negros le devolvió la mirada. Tenía el pelo negro despeinado. La nariz puntiaguda y los labios carnosos. Su cuerpo era robusto, con los bíceps ejercitados, igual que los abdominales.

Fue la condición de su hermano cuando le compro la moto. <<Te comprare la moto Kevin, si prometes mantenerte en forma. >> Le había dicho John, su hermano mayor. Muchos decían que se parecían pero Kevin no se lo creía. John era rubio y con los ojos más verdes que había visto nunca. En cambio Kevin tenía los ojos y el pelo negro.

Se metió a la ducha sin decir nada y se concentro en ella. Había estado ahí, la había visto. Intento deducir si vivía cerca, pero como Matt dijo, era la mayor concentración de motoristas. ¿Y si ella era motorista? No pudo quitarse esa idea de la mente.

Salió de la ducha y tras secarse el cuerpo se coloco la toalla en la cintura. Cuando puso la mano en la manilla oyó que algo se movía detrás. Se giro y se golpeo contra la puerta al retroceder por la sorpresa. Una mujer de pelo azabache se encontraba delante de él, tenía la cabeza gacha mientras miraba la toalla que se estaba colocando. Kevin no sabía qué hacer. ¿Cómo demonios había entrado aquí?

Ella levanto la cabeza y miro alrededor sorprendida. Se giro bruscamente, con una mano agarrando la toalla. Sus ojos se clavaron en los de Kevin y una chispa de reconocimiento lleno la habitación.

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