50. Libres

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Ann cerró los ojos, esperando el impacto, una única lagrima cayendo de sus ojos. Deseando haber podido tener más tiempo para disfrutar de Kevin, de su amor incondicional. Ya no quedaba tiempo, era demasiado tarde para ellos. Sintió el brazo de Kevin apretando aun más su cintura contra la de él en una despedida silenciosa. Ann cerró los ojos para sentir sus labios, eso era lo último que quería sentir. El recuerdo con el que quería viajar al otro mundo.

Y entonces...

-Volvamos a casa.

En vez de sentir las punzantes heridas de bala, Ann sintió vértigo y un ligero mareo que le duro dos segundos. Cuando abrió los ojos, sorprendida. Se encontró con cientos de arboles, cada cual más alto que el anterior. Miro el suelo, era de tierra. Un monte, ¡estaban en un monte! ¡Habían escapado! Pero... ¿cómo? Ann miro a Kevin que seguía abrazado a ella. Entonces lo supo.

-Hemos cambiado de lugar.- Dijo Ann sonriendo, casi sin poder mantener la emoción. Kevin asintió y la beso, feliz de estar en su cuerpo de nuevo y sobre todo, de estar besando a Ann. Ann sintió como empezaba a derrumbarse, las lágrimas cada vez eran mayores y no podía hacer nada para evitarlo.

-C-Creí... Creí que nosotros... Que no lo conseguiríamos...- Dijo entre lagrimas. Kevin apoyo su frente a la de Ann y le acaricio los pómulos.

-Lo se... Lo sé.- Dijo abrazándola aun mas y besándole la frente. Kevin subió la vista al cielo, se cegó al principio pero una emoción interna lo poseyó de inmediato. Eran libres. Al fin eran libres.


Media hora después

Kevin agarro la mano de Ann para ayudarla a bajar de la última piedra enorme que había. Bajaron con cuidado la empinada cuesta para llegar a un parque de un pequeño pueblo. Se acercaron a un motel que estaba alejado de la ciudad.

-Podríamos pasar la noche aquí.- Ann señalo con la cabeza el motel.

-No tenemos dinero... Habrá que forzar la cerradura.

-Espera.- Dijo Ann.- Quédate aquí.- Antes de que Kevin pudiera responder, Ann se había encaminado hacia una joven pareja de turistas que habían parado en un restaurante, cerca del motel. Su coche estaba aparcado un poco lejos así que comenzaron a caminar. Ann se acerco por detrás, casi pegada a ellos. Metió la mano en el bolsillo izquierdo del pantalón del hombre pero la saco de nuevo. Kevin estaba aguantando la respiración de los nervios.

Ann metió la mano en la chaqueta del hombre esta vez. Kevin aparto la mirada un segundo de ellos. "Por dios Ann, van a pillarte." Pensaba una y otra vez. Pero Ann se alejo de ellos sin que se dieran cuenta.

-No me gusta robar, pero lo necesitamos más que ellos.- Dijo nada más llegar. Kevin sonrió y asintió con la cabeza. Aquello definitivamente no estaba bien pero no iba a quejarse.

-Vayamos a por la habitación.

Kevin entro y pago, era el que mejor pinta tenia al fin y al cabo. Si, su piel estaba amarillenta y solamente llevaba unos pantalones pero era un día caluroso así que no saltaba tanto a la vista. Ann, por otra parte, tenía el pelo, y el uniforme de enfermera lleno de sangre. Parecía salida de una escena macabra de alguna película. Cuando Kevin acabo, le vio comprando algo mas antes de salir.

-Ropa.- Dijo Ann viendo lo que Kevin llevaba en una bolsa. Entonces vio que debajo tenía ropa interior también. Se sonrojo un poco.- ¿Que es lo que hay más abajo?- Dijo fijándose en el bulto de la bolsa.

-Comida.- Dijo revolviendo las cosas.- Un poco de todo, sándwiches, bebidas, chocolatinas. Ya sabes, cosas baratas.

Ann asintió y Kevin abrió la puerta. Lo primero que Ann vio fue la enorme cama de matrimonio. Dio un paso dentro y entonces vio la ducha.

-¿Te importa si voy primero?

Kevin negó con la cabeza mientras vaciaba el contenido de la bolsa en la cama.

Ella se tomo su tiempo. Sabía que Kevin estaba esperando pero la sangre de su pelo no se iba fácilmente, a demás, el agua caliente le sentaba tan bien en la espalda... Sentía todos los músculos agarrotados y tensos. El panico aun le recorria el cuerpo. Cada vez que lo pensaba era horrible... Pero no quiso pensar en eso. Cuando estuvo satisfecha y el agua que caía de su pelo dejo de ser granate, decidió que era el turno de Kevin. Aunque... Antes de eso busco una cuchilla en el baño. No tenía esperanzas de que hubiera alguna pero... ¡Bingo! Encontró una cuchilla rosa con su envase intacto. Alguien se lo olvidaría aquí...

Cuando salió con la toalla alrededor de su cuerpo se dio cuenta de que no tenía nada para ponerse, la ropa estaba con Kevin. Abrió la puerta y vio a Kevin comiendo patatas fritas y devorando un sándwich como si no hubiera comido nada en años. Acabo de comer justo cuando vio a Ann salir del baño. Su mirada subió desde los pies a la cabeza. Al reparar en la toalla, se estiro y cogió la ropa intima.

-Dudo mucho que haya acertado...- Le dijo mientras le tendía la ropa. Kevin se levanto y entro al baño rápidamente, Ann pudo ver el adorable rubor que se extendió por su cara. Nada más escuchar el agua salir, Ann dejo caer la toalla al suelo y cogió el pack de tres bragas de la cama. Kevin había acertado con la talla pero no se podía decir lo mismo de los sujetadores. Eran demasiado pequeños para los pechos de Ann, pero apenas se notaba.

Cogió un sándwich y prácticamente lo devoro en segundos. Se acerco a la ventana y se dio cuenta de que era de noche. Observo las estrellas por largo rato. Tuvo la sensación de que no había visto el cielo hacia años...

Cerro la cortina y dejo salir a sus amigas, dejo que todo su cuerpo fuera envuelto por ellas. Las sintió de nuevo, vivas y fuertes. Crisparon y secaron un poco su pelo, dejándolo húmedo. Ann respiro hondo, llenándose de la sensación. Entonces Kevin abrió la puerta del baño. El vaho salió del diminuto cuarto pero Ann no se fijo en ello. Ella se fijo en los abdominales de Kevin, parecían esculpidos en su piel... Recordó los abdominales de Dean. El no tenía nada en comparación a Kevin, los suyos era perfectos, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, simplemente perfectos. No pudo resistir el impulso de tocarlos con los dedos, como si no fueran reales.

La piel de Kevin estaba caliente y húmeda por la ducha. Su vientre duro por los músculos y cuando subió las manos a sus pectorales, Ann pudo sentir el golpeteo del corazón nervioso de Kevin en la palma. Levanto la vista para mirar profundamente a sus ojos negros. Él le acaricio la cabeza y la beso con delicadeza. Después beso su cuello, y después la clavícula, todo muy pausadamente. El fuego en el interior de Ann ya estaba ardiendo. Lo deseaba, ¡lo quería ya!

Almas UnidasWhere stories live. Discover now