39. Rota

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-¿Kevin está vivo, si o no?

Alan bajo la vista y miro a Ann con pena.

-Lo siento. Daba muchos problemas y no nos ofrecía tanto como tú. Por eso rompimos la conexión. Pero no te preocupes, podemos unirte a alguien más. Esa persona ya ha sido seleccionada y te aseguro que será de tu agrado.

-¡No! ¡Yo solo quiera a...! - Alan le tapo la boca y le sonrió de nuevo.

-Trae mala suerte decir los nombre de los muertos.- Ann no pudo hacer nada mas qué quedarse callada mientras lloraba. Sentía como su pecho se partía en dos, y algo agrio empezó a extenderse por todo su cuerpo. Se sentía rota sin su mitad... Sin Kevin. Y esos pedazos rotos la estaban perforando por dentro.

-Lo siento Ann, de veras lo siento. Nosotros no queríamos matarlo pero no nos dejo otra opción.

Ann sollozaba en silenció, arrepintiéndose de todo lo que no había hecho con Kevin. Arrepintiéndose de no haber aprovechado el tiempo con él. Ahora estaba muerto y era todo culpa suya. ¿Por qué siempre morían todos a su alrededor? Su familia, Stanley, Kevin...

-Te llevare hasta tu nueva habitación, tendrás también a alguien contigo.- Le dijo Alan, pero ella apenas lo escuchaba. Se limpió las lágrimas y vio como Alan hablaba con Dean. Él al principio frunció el ceño en señal de disgustó pero suspiró y asintió.

Alan y Dean llevaron a Ann hasta una habitación que tenía en una chapa el número 302. Allí Alan volvió a decirle que lo sentía y la dejó con Dean. Él la miro durante un rato y decidió sentarla en el sofá. Dean sintió pena por ella, parecía tener una gran angustia y él no sabía cómo hacer que se sintiera mejor. Alan le había ordenado mantenerla sana y salva, y había insistido en mantenerla de buen humor. Así lo haría. Lo primero era hacer que se sintiera mejor. Fue a la cocina y le preparó una infusión.

Eso les gustaba a las chicas, ¿no? Volvió con la taza en la mano y se encontró a Ann sentada en el sofá con la cabeza caída. Se había quedado dormida de tanto cansancio. Dean suspiró y dejo el té sobre la mesa. La cogió en brazos y se sorprendió por su poco peso. La dejó sobre la cama, le quitó los zapatos y los calcetines. La tapó con el edredón y la observó. Ella era hermosa y peligrosa, cosa qué... Le encantaba. Suspiro. Debía mantenerla feliz y aún no sabía cómo.


A la mañana siguiente

Dean se levantó y se estiró, odiaba dormir en el sofá teniendo una cama, pero no podía hacer nada. Se asomó por su habitación para mirar a Ann, ella seguía en la misma postura. Ayer decidió no despertarla para cenar, si necesitaba dormir que durmiera. Miro el reloj, eran las siete de la mañana. Con un poco de suerte le daría tiempo a seguir su rutina antes de que se levantara.


Tres horas después

Dean estaba aburrido, había desayunado dos veces, hecho sus ejercicios diarios, repasado estrategias, limpiado la casa (a excepción del dormitorio, claro)... Ya no sabía que mas hacer. Ser niñero no le estaba gustando nada. Entonces su colchón crujió. Solo podía significar que ella se estaba levantando al fin. Se fue a la cocina y empezó a preparar el café, si fingía que se acababa de levantar ella no se pondría nerviosa. Aunque... Ya se había duchado y eso se notaba. Ann abrió la puerta y miro con cautela.

-Buenos días.- Le sonrió. -¿Que quieres desayunar? ¿Café, té, tostadas?

Ann se acercó mientras miraba la habitación. Tenía los ojos hinchados de haber llorado. Se acerco un poco a Dean pero no dijo nada.

-¿Prefieres ducharte primero? Puedo mandar a lavar tu ropa mientras tanto.

Ann no decía nada y Dean no sabía cómo lidiar con eso. ¿Como la iba a mantener de buen humor si ni siquiera le hablaba?

-Café. - Dijo en un tono casi inaudible. -Gracias.- Dijo aun más bajo.

Dean le entrego una taza y le sirvió el café que tenía hecho.

-De nada.- Le dijo con una gran sonrisa. Ann se le quedó mirando fijamente. "¿Te parece raro?" Pensó Dean. "Pues imagínate para mí." Ann aparto la vista rápidamente de él, como si no pudiera soportar verle. Aquello lo confundía, ayer hizo lo mismo cuándo le lanzo una mirada amenazadora. Era normal que lo hiciera en ese momento, ¿pero ahora? Él estaba tratando de ser amable. Suspiró.

-Oye... ¿Sabes porque no puedo usar mis corrientes? - Dijo mirándose las manos, como si recordara algo.

-Puedes preguntárselo a los científicos, tenemos que ir con ellos en un rato. Ellos te lo explicarán mejor que yo.

Ann asintió sin mirarlo, y se fue hacia la habitación.

-¿Puedo ducharme?

-Claro. Pediré ropa limpia y la dejaré sobre la cama.

Ella asintió. Aunque fuera rara a Dean seguía dándole pena. Le recordaba a él. Ella también había perdido a sus padres y había sido adoptada de cierta manera. Solo que ella lo había vuelto a perder todo... ¿Cómo se sentiría el si perdiera a sus tutores? No quiso ni imaginárselo.

Abrió la puerta y llamó al primero que vio, que casualmente era el tipo del informe desastroso.

-Trae ropa limpia, la talla más pequeña que tengas.- El chico lo miró de arriba a abajo, lo que molesto a Dean. Levanto una ceja para que el chico notara su molestia.

-Señor le recomiendo una talla más... - Le dijo el chico, como si fuera ciego... O estúpido.

-Me importa una mierda, tú trae la maldita ropa.- Miro al chico enfurecido y éste puso cara de susto antes de asentir y salir corriendo. Maldita sea, ¿porque nadie echaba a ese idiota?

Cinco minutos después el chico le trajo la ropa y se fue con la cabeza gacha y asustado. En serio, ¿qué hacia alguien como él aquí?

No tenía tiempo para tonterías, necesitaba conocer un poco a Ann. Dejo la ropa sobre la cama y salió rápidamente. Empezó analizando lo único que sabía. Dormir: Se había levantado tarde por lo que le gustaba dormir, claro que, también podría deberse a lo poco que había dormido en la celda... Descartado, tendría que esperar a mañana o al siguiente día para determinar eso. Bien, siguiente, el desayuno. Había tomado café y... Miro la taza, estaba casi vacía le quedaba un poco. En ese caso, prefería el café para desayunar.

Dean suspiró y se sentó. No, no podía hacerlo. Ella estaba demasiado dolida, si la trataba según lo que determinara ahora probablemente fracasaría. Tenía que esperar un par de días hasta qué ella se calmara para que los resultados fueran fiables.

Ann volvió a tardar lo suyo en ducharse. Mientras trataba de no aburrirse, Dean miró la hora, aun tenían media hora antes de ir con los médicos así que empezó a darle vueltas a algo qué tenía en la cabeza: Kevin.

¿De verdad lo habían matado? No parecía probable, el tenía un don que no habían visto nunca antes... Alan dijo que el daba demasiados problemas y por eso lo mataron. Bueno, Gustav era capaz de hacerlo pero Alan priorizaba los dones raros, y Alan estaba al mando. Ese chico seguía vivo, Dean no tenía ninguna duda.



-¡¡QUE MESOLTÉIS!!- Gritaba alguien a pleno pulmón, haciendo que los cazadores másjóvenes se estremecieran.    

Almas UnidasWhere stories live. Discover now