47. No estoy enamorada de el... Aún

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Parecía que a su alrededor había pequeñas espirales con tonalidades pastel. Kevin no supo interpretarlo, ¿Quizás Andrew seria su hermano? ¿Y las espirales representaban un amor especial? No lo sabía. Busco en la mente del chico de nuevo y suspiro.

-Esto va a ser aburrido.- Susurro.


A la mañana siguiente

Ann se despertó relajada, sentía que había tenido un buen sueño pero no podía recordar que había ocurrido en el. Acaricio el edredón que la tapaba con la mano y abrió los ojos poco a poco, tomándose su tiempo en enfocar la pared... Una pared que no conocía. En un segundo, todo empezó a agolparse en su memoria: Los cubos, la conexión, Dean, Kevin... ¡Kevin! ¡El seguía con vida! Entonces recordó lo que le había dicho de su cuerpo, recordó su mano etérea. ¡Tenía que hacer algo! ¡Tenía que ayudarlo!

La puerta del baño se abrió y por ella salió un hombre vestido solo con unos pantalones negros. Ann no pudo evitar que su mirada se posara en sus perfectamente formados abdominales. Brillaban a causa de las pequeñas gotas de agua que caían de su pelo. Subió la mirada y se encontró con los ojos de Dean, mirándola fijamente. Su corazón empezó a latir desbocado.

Oh no. Oh no. Aquello solo podía significar que la unión se estaba completando. A demás... Ya podía moverse sin sentir pinchazos por todo el cuerpo. Ann bajo la vista a sus manos, esforzándose por aparentar indiferencia. Cogió un mechón de su pelo y lo observo mientras Dean la miraba. Podía sentir su pétrea mirada en ella mientras él se secaba con una mano el pelo. Cada vez que el corazón de Ann latía emocionado ella no podía hacer nada más que sentir culpa.

Amaba a Kevin, los besos que habían compartido anoche fueron increíbles, sentía que había rozado el cielo mientras él la mantenía en sus brazos... Y luego estaba Dean. Si decía que él no era más que un conocido seria mentira. No lo amaba, o al menos no como amaba a Kevin. <<Aun. >> Resonó en su mente.

Se levanto rápidamente, sin darle tiempo a su mente para que imaginara cosas. Se dirigió a la ducha sin darse cuenta de que Dean aun seguía en la puerta. Se quedo paralizada a un par de metros de él. Dean sonrió al ver como ella se tensaba al darse cuenta de que seguía ahí. Se acerco un poco a ella, decidido pero lento. Detuvo su cabeza muy cerca de la de Ann.

-Buenos días.- Susurro con una voz tan dulce que Ann pensó que se la había imaginado. Ann estaba quieta, muy quieta. No como su corazón, que no podía ir más deprisa. No quiso decir nada, sabía que tartamudearía así que se agacho y pasó bajo el brazo de Dean para entrar al baño. Cerró la puerta a su espalda, con cerrojo. Se miro en el espejo. Maldita sea, ¡se había sonrojado!

-Avanza demasiado deprisa...- Se dijo casi a sí misma. Entonces un pensamiento completamente distinto lleno su mente. ¿Dónde estaba el vaho? Generalmente, cuando alguien se ducha el espejo suele llenarse de vaho, pero aquel espejo estaba intacto. Se acerco a la ducha y toco la tubería. Estaba fría. Se había duchado con agua fría... Si hacia eso iba a coger un resfriado...

Sacudió la cabeza y se quito la ropa rápidamente antes de meterse bajo la ducha caliente. ¿A quién le importaba se cogía un resfriado y moría? Su corazón dolió. A ella le importaba Dean, a su corazón le importaba.

-Me da igual.- Dijo. Pero no se lo creyó.


Horas más tarde

Dean y Ann iban a todas partes juntos, no se separaban casi, solo para ir al baño y cuando Ann abría la puerta Dean estaba allí, esperándola. Y siempre, su corazón sonreía al verlo ahí por ella, aunque Ann se negara.

Sus amigas las corrientes eran las que más apoyaban a Ann, ellas se revolvían furiosas cuando Dean se acercaba a ella. Se morían por salir y pasar a través de él, pero no podían. Incluso cuando a la mañana se había duchado, no había podido sacarlas. Se había dado cuenta porque: La comida. Tenía pequeñas resistencias. Inofensivas para el cuerpo humano, pero a Ann le afectaban.

Volvieron a la sala de entrenamiento, como la llamaba Dean. Era un gran cuadrado con maquinas aquí y allá. El centro estaba despejado y alguien había puesto una especie de esterilla gigante en el suelo. Dean estaba desarrollando fuerza y cada minuto que pasaba manejaba mejor el metal. La primera hora, podía hacer que los cubiertos se doblaran. La segunda hora, podía derretir los cubiertos y en la tercera hora podía separar el material derretido hasta conseguir materiales puros. Era increíble, pero también aterrador.

Alan le sonreía cada vez más. Pero Ann veía en sus ojos el miedo y la sorpresa. Dean siempre le sonreía de vuelta y le daba las gracias pero al final siempre se volvía hacia Ann para dedicarle su mejor sonrisa. Cosa que la enfadaba. Su corazón palpitaba y su cuerpo se moría por ir hasta él y abrazarle. Que él le produjera eso la enfadaba.

No iba a seguir así. No. A la mierda todo. Se acerco a la máquina de pesas junto a la puerta, podía sentir la mirada de Alan en su nuca. Seguramente estaría mirándola así que trato de levantar una de las pesas pequeñas para disimular, como si estuviera valorando su peso. Diez segundos después se abalanzo hacia la puerta y salió corriendo, rápida y sin mirar atrás. No tenia poderes, no tenía armas, solo se tenía a sí misma.

Corrió y corrió, por escaleras y dejando atrás a algunos cazadores. Giro varias esquinas radicalmente y trato de esquivar a la gente que había allí. Era raro, las personas de los pasillos parecían personal sanitario más que cazadores. En aquel momento de confusión giro una esquina igual de rápido que las demás y choco con algo duro que sonó a metal.

La levantaron por los hombros mientras ella se resistía, pero había demasiadas manos agarrándola. Las lagrimabas quemaban en sus ojos. No quería volver, quería salir de allí y quería a Kevin con ella y no a Dean.

-¿Una rebelde?- Una voz grave como la de un demonio hablo delante de ella. Gustav, el torturador de Alan, apareció frente a sus ojos. Estaba igual de delgado y pálido como lo recordaba pero entonces vio algo tras él.

-¿Kevin?- Era él, estaba segura.

Almas UnidasWhere stories live. Discover now