25. Nudillos

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Era una mesa de operaciones, estaba manchada de sangre liquida, es decir, era reciente. Afortunadamente, el cuerpo del que había salido el líquido no estaba ahí. Aunque no podía decir lo mismo de su sistema digestivo. Había un hígado, un par de riñones, el estomago junto con los intestinos y por último el corazón.

Cada uno estaba en una especie de vitrina con un líquido espeso y transparente, aunque parecían conectados. ¿Por qué sacarle los intestinos a alguien y colocarlos en una vitrina? Sea lo que sea para lo que fueran esos órganos, no era nada bueno.

Se giro para ver a Ann, se sorprendió al verla detrás de él. Miraba fijamente una caja cerrada que había en una esquina. ¿Qué hacia ahí? Apenas hacia unos minutos no se podía levantar pero ahora parecía haber recuperado bastante energía.

-¿Qué haces?- Le susurro Kevin.- ¿Te encuentras bien? - Ann asintió.

-Huele mucho a incienso...- Susurro ella de vuelta, sin perder de vista la caja.

Kevin no entendió nada, Ann noto el silencio y decidió explicárselo.

-Todo en esta habitación huele a desinfectante, lejía y hospital. En cambio, esa caja huele a incienso. Es demasiado raro, parece que intentan enmascarar el olor de lo que hay ahí dentro.

-¿Cómo demonios hueles tanto? Yo solo noto el olor a desinfectante.

-Es que conozco ese olor... Solo que no recuerdo de donde... Es... ¡Claro! ¡Es pólvora!

Justo en ese momento la puerta se abrió, un cazador levanto su arma pero Kevin fue más rápido y le lanzo la caja de pólvora. La explosión les dejo cegados unos segundos, a Kevin le pitaban los oídos. Aprovecharon para correr, justo antes de salir Ann agarro un bote azul. ¿El vial? ¿Había estado allí todo el tiempo? Se miraron fijamente, ahora solo quedaba escapar.

-¿Segura que ese es el remedio?

Ann asintió con fuerza.

-Lo vi cuando me pusieron la vía. Rápido, inyéctamelo.

Ann se remango y cuando Kevin iba a hundir la aguja en la piel de Ann, los cazadores que habían oído la explosión llegaron a la puerta. Apuntaron a Ann y Kevin ni siquiera lo pensó, solo actuó.

Separo el vial de la aguja, y la lanzo con todas sus fuerzas. De un golpe seco, la aguja entro en el oído del cazador y perforó su cerebro justo antes de que presionara el gatillo. Hacía años que no sentía la adrenalina de un combate, era como una droga. Aunque había algo diferente esta vez, sentía que podía perderse si no se controlaba.

Kevin avanzó y golpeo con fuerza la cara de un cazador cercano. Uno de ellos le respondió con un gancho pero Kevin no tardo en reaccionar, a uno le rompió la rodilla y cogió su arma. Su respiración estaba bastante relajada para un combate y su mente pensaba con claridad.

Sus nudillos estaban ensangrentados de golpear a los cazadores, ellos tenían protecciones pero Kevin solo tenía sus puños. Uno de ellos hecho un bote de gas, Kevin no podía ver nada pero sabía que ellos sí, así que decidió cubrirse la cara para bloquear esos golpes.

Un mano pequeña lo agarro de la muñeca y tiro de él entre el humo, sentía cosas moverse a su alrededor pero era como si Ann pudiera ver a través del humo. No tardaron en salir de la nube pero siguieron corriendo, los cazadores les pisaban los talones.

Varios cazadores aparecieron de nuevo, junto con el científico. Ah no, Kevin no estaba dispuesto a que los retuvieran más. La extraña sensación se intensificó.

-Increíble...- El científico respiraba pesadamente y miraba a Ann como si fuera oro.- Tu cuerpo ha asumido el incrementor de poder... ¡Deberías estar muert...!

No pudo acabar la frase porque Kevin ya estaba ahí. El científico cerró la boca del asombro pero reacciono con torpeza al ver a Kevin. Se protegió la cabeza y retrocedió, Kevin aprovecho y le dio un puñetazo en el estomago. El científico tuvo arcadas.

-¿Qué es esto y como se quita? - Le pregunto Kevin mostrando el aparato que le habían puesto en el cuello con total tranquilidad. El científico sonrió y lo miro a los ojos, su sonrisa tembló al ver la tranquilidad de Kevin.

-Suerte con eso... ¡AAH!- Grito cuando Kevin lo golpeo contra el suelo y torció su brazo. Ann empezó a inquietarse, ¿Kevin no estaba siendo demasiado brusco? Sus ojos le daban miedo, parecían inexpresivos y Ann sabía muy bien que aquellos ojos que no expresaban había que temerlos.

Ann giro la cabeza al escuchar pasos no muy lejos de donde se encontraban.

-Vienen mas Kevin, tenemos que irnos.- Le dijo, pero Kevin seguía golpeando al científico. Al final lo tumbo boca arriba y Kevin salto sobre su pecho, se escucho un crujido seco que hizo que Ann se estremeciera. Se fijo en las manos de Kevin, estaban rojas de sangre. Otro escalofrió la recorrió.

Kevin se arrodillo y el científico le susurro algo, Kevin no parecía satisfecho pero al fin lo dejo y miro a Ann. Se sorprendió de verla ahí, como si no recordara que estuviera acompañado. De repente Kevin levanto la cabeza bruscamente, Ann se estremeció.

-Ya vienen.- Dijo Kevin. ¿No la había oído cuando lo había dicho ella? Ann empezó a sentirse culpable, había sentido miedo de Kevin, de lo que podía hacer. Parecía haber estado en una especie de trance, cuando miro al científico debajo de él frunció las cejas y se alejo. Parecía sorprendido... ¿De verdad no se acordaba de lo que acababa de ocurrir?

-Vamos.- Dijo Ann empezando a correr. Se fijo en Kevin, parecía tenso. De repente le entro la curiosidad, ¿le había pasado más veces? Y de ser así, ¿por qué no se acordaba? Era como si por un momento se volviera otra persona diferente, sin sentimientos ni conciencia... Ann negó con la cabeza, pensar esto ahora no tenía sentido. Debían enfocarse en salir de ahí y una vez que estuvieran fuera se lo preguntaría.

En poco tiempo cogieron velocidad aunque Ann empezaba sentir que le faltaba el aire. Cambiaron de pabellón y una nueva alarma empezó a sonar, esta era aun más molesta que la anterior. Su sonido era más estridente y el pitido se metía en lo más hondo del oído, rebotando por todas partes.

A lo lejos vieron laboratorios, lo que significaba que se estaban acercando a la salida, pero entonces una gran puerta de metal empezó a bajar con rapidez del techo. ¿Más? ¿Tenían que correr más? Entonces vio un pequeño destello eléctrico. ¿Era eléctrica? Entonces no había problema. No pudo evitar la sonrisa de emoción que se formo en su rostro.

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