2. La llamada

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Ella levanto la cabeza y miro alrededor sorprendida. Se giro bruscamente, con una mano agarrando la toalla. Sus ojos se clavaron en los de Kevin y una chispa de reconocimiento lleno la habitación.

-Tu... - Dijeron los dos a la vez.

-¿Como llegaste hasta el armario de mi abuela?- Pregunto ella firmemente.

-No lo se... ¿Cómo has entrado aquí?

-Yo... No lo se...

La tensión aumento y en ese momento Kevin recordó algo.

-Hoy, ¿estabas en la concentración de motos verdad?

Ella asintió.

-Te vi allí.-Se quedo un momento en silencio. - ¿Dónde estamos?

-Es... El baño de mi casa. ¿No sabes cómo has llegado hasta aquí?

-No. Estaba en el baño del motel cuando, de repente, e aparecido aquí.

Kevin asintió, nervioso. Trataba de mantenerse calmado pero no le era posible. Al final, decidió hacer una pequeña locura. Cogió un pedazo del cuaderno que siempre tenía junto a la bañera, (la usaba cuando se le ocurrían ideas para acrobacias nuevas con la moto), y apunto nueve dígitos.

-Este es mi número, podríamos llamarnos.

La mujer parpadeo y el nerviosismo de Kevin subió.

-Ya sabes, para averiguar qué está pasando y eso.

Después de lo que parecieron horas, la mujer agarro el pedazo de papel y lo miro. Kevin sintió como si lo estuviera valorando mentalmente.

-Soy Ann.

Kevin memorizo su nombre. Ann. Ann. Era un nombre bonito.

-Soy Kev...

Alguien llamo a la puerta ruidosamente. Kevin se giro sorprendido y cuando se volvió a girar Ann no está a ahí. Miro rápidamente el cuaderno. A la hoja le faltaba un pedazo. Corrió a por el teléfono y comprobó que no estuviera en silencio, también miro la batería. Lo conecto al cargador y se cambio junto a él, incluso hizo los trabajos de clase junto al móvil. Pero no sonó en todo el día.


Había pasado una semana. Cada vez que el teléfono sonaba Kevin estaba ahí para mirarlo. Se sentía un poco estúpido por correr al teléfono cada vez que sonaba. Estaba ansioso por la llamada de Ann. Suspiro por séptima vez.

Quizás no iba a llamarle. Quizás le llamaría solo en caso de emergencia. Quizás no quería saber nada de Kevin. Quizás solo le asustara lo que ocurría. Ninguna de esas ideas convenció a Kevin. Alguien toco la puerta y Kevin bajo a abrir a John.

-¿Que pasa hermanito?- Dijo abrazándole en el umbral de la puerta. De altura ambos eran parecidos pero John tenía un par de centímetros más.

-Ey, ¡as crecido!

-Ya claro, siempre dices lo mismo.- Kevin sonrió. Se alegraba de ver a su hermano aunque fuera por poco tiempo. John estudiaba en otro continente y no podía venir muy a menudo. Pero cuando lo hacía, se quedaba viernes, sábado y domingo. Los viernes solía estar con papa y mama, y los sábados y domingos con Kevin.

-Oye hermanito, mama me ha dicho que apenas llamas.-Dijo John acomodándose en el sofá.

-Sí. Lo sé, debería llamar más...

-¿Pero?- John alzo una ceja.

-Odio cuando el coge el teléfono.

-Kevin se que papa puede...

-No es mi padre.- Dijo Kevin tajantemente. John suspiro. En realidad su madre había tenido a ambos con otro, pero murió y acabo casándose con el actual padre de John y Kevin.

-Sé que es odiable.- John entendía a la perfección el odio que Kevin le tenía a su padrastro. Había presenciado más de una vez los severos castigos que le daba a Kevin sin ninguna razón. Empezó cuando él era muy pequeño, y a día de hoy no sabía porque hacia todo eso. John siempre trato de salvar a Kevin, pero no siempre lo conseguir. Y mama nunca estaba cuando él perdía la cabeza.

-Se que lo es.- Repitió mas para sí mismo que para Kevin.

Estuvieron toda la tarde juntos y al final John decidió quedarse a dormir en la casa de Kevin. Cuando John se instalo en la habitación de invitados, Kevin subió a su habitación. Allí vio con horror como había dos llamadas perdidas en el teléfono. Trato de devolver la llamada, pero era un número oculto. Se metió a la cama y se quedo mirando el móvil fijamente. No podía creérselo.


A la noche

Algo le vibro en la cara y un sonido ensordecedor hizo que Kevin saliera bruscamente del sueño y se incorporara torpemente. El móvil sonaba en su regazo. Pulso el verde solo para que el sonido atronador terminara.

-¿Si?- Dijo medio adormilado. Alguien sonrió al otro lado.

-¿Kev?

Se tenso al instante. Una corriente eléctrica bajo por su columna al oírla pronunciar su nombre.

-¿Ann?

"Dios, es un nombre precioso." No sabía porque pero cada vez que repetía el nombre en su cabeza se hacía más y más bonito.

-Siento haber tardado en llamar he estado... Ocupada.

-Oh, no te preocupes.- Lo dijo tan rápido que casi corto a Ann. Un incomodo silencio los envolvió. Kevin quería romperlo pero no estaba seguro como.

-Antes... Me has llamado Kev...

-Oh sí. Solo pude escuchar Kev, después volví a aparecer aquí.

Kevin no dijo nada. Recordó que no sabía quien había llamado a la puerta e interrumpido su conversación.

- Puedo llamarte Kevin si quieres...- Kevin noto la duda en ella.

- No, no. Kev me gusta más.

Kevin empezó a pensar donde estaría Ann. No se oía mucho ruido pero parecía estar con bastante gente. Mientras más pensaba más ganas tenia de saberlo.

-¿Sabes cómo ocurrió?

-¿Como ocurrió el qu...?- No pudo acabar la frase. Sus palabras no salían, solo podía mirar fijamente a la mujer enfrente de él. Llevaba un vestido de fiesta negro y estaba de espaldas.

-¿Ann?- Dijo Kevin apartándose del móvil. La chica reacciono al notar que la voz no salía del aparato. Se giro bruscamente. Parpadeo y apago su móvil. Observo la habitación. Kevin se sentía nervioso en la cama así que se levanto. No debería haberlo hecho tan rápidamente.

Al levantarse vio completamente el vestido que ella llevaba y lo dejo sin aire. Sus curvas se amoldaban perfectamente al vestido. La tela parecía suave y Kevin ardía en deseos de acariciarle la piel.

Almas UnidasWhere stories live. Discover now