24. Organos

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Cuando vieron que se había despertado dejaron de empujar la camilla donde estaba atado y le pusieron algo de metal en los ojos para que no utilizara su don. Entonces la camilla paro. La respiración de los cazadores se alejo. La camilla siguió andando. ¿Quién demonios lo estaba empujando ahora?

Entonces la conversación con Sam y Loren acudió a su mente. "Los científicos son idiotas con bisturí, son los cazadores a lo que tienes que temer. Ellos nos llevan hasta los quirófanos."

Un científico entonces. Sam... Loren... ¿Estarán bien? Al parecer había más cazadores de los que creían... Mike había muerto y ahora serian aun mas desorganizados que antes... "Por favor que estén bien..." Pensó.

Dejo de pensar en ello cuando una mano le abrió el ojo y le puso una linterna delante. Cuando lo soltó, cerró los ojos con fuerza, aun veía esa luz cegadora. Entonces sintió cómo le colocaban esas gafas de metal de nuevo, trato de removerse, pero lo tenían bien atado.

Entonces sintió algo extremadamente raro. Le colocaron algo alrededor del cuello, era rígido y cuando toco su piel sintió como si pequeñas descargas se movieran por su cuerpo, quemándole por dentro.

Kevin se movía furioso y dolorido, tratando que el mínimo de su piel tocara esa cosa, pero ellos cada vez se lo ataban más prieto. Hasta que todo el cuello de Kevin estuvo en contacto con ese extraño aparato. De repente el aparato se enfrió, y con él todos los músculos de Kevin. Ahora estaba rígido, no podía mover ni un solo musculo, como si le hubieran inyectado paralizante o estuviera en post mortem. Apenas podía gruñir.

El sonido chirriante de la camilla solo ceso cuando entraron en algún lugar. Allí le colocaron un gran aparato sobre la cabeza.

-No te muevas.- Le dijo una voz completamente monótona y grave. Como Kevin no se quedaba quieto, añadió.- O será peor para ambos.

Aquel plural hizo que sintiera un vacio en el estómago. Se detuvo al pensar en Ann. ¿Dónde estaba ella? Aunque intentara preguntarlo, ya no salía nada de su garganta, ni siquiera un torpe gruñido.

La máquina hizo un ruido seco, y Kevin oyó movimiento alrededor de él. Le ponía nervioso saber que estaban haciéndole algo y no saber el que. Entonces sintió un pequeño destello dentro de él. Todo ocurrió en apenas unos segundos, algo lo sacudió tan fuerte que la camilla volcó y lo que tenía sobre la cabeza cayó al suelo. Del golpe, las ataduras de la camilla se soltaron y esas gafas metálicas se alejaron de él.

Parpadeo un par de veces, todo estaba oscuro. ¿Se había ido la luz? La camilla se movió junto a él y alguien grito algo que no entendía. Lo estaban buscando, se habían dado cuenta de que se había escapado. Entonces se oyó un grito, los aparatos eléctricos empezaron a chispear. Ann. Nadie más podría tener tal poder.

La luz se encendió un par de segundos antes de que la bombilla explotara, lo justo como para que Kevin viera la salida y el científico lo viera a él.

Corrió sin pensarlo. Ni siquiera sabía a dónde iba, deseaba haber memorizado los giros de la camilla, pero ya era tarde. Otro chispazo lo cegó, la luz aquí era más fuerte. Ann. Ella estaba cerca, así que corrió en esa dirección.

Abrió las puertas dobles blancas que los separaban y Kevin se quedo horrorizado unos segundos en la puerta. Ann estaba completamente atada a una camilla, tenía una vía en el brazo, por donde le metían una sustancia amarillenta. Sus ojos parecían sufrir, miro a Kevin con los ojos llenos de lágrimas.

Los científicos, que estaban detrás de un gran cristal para que la electricidad de Ann no les afectara, pulsaron algo y una alarma empezó a sonar. Kevin se sorprendió al ver su mano, los rayos de Ann la estaban golpeando pero él no sentía nada. La electricidad de Ann no le estaba afectando.

Aun así siguió avanzando hacia ella, le quito la vía rápidamente y la desato. Ella no parecía poder moverse así que Kevin la levanto en brazos y corrió por los pasillos. Los cazadores no tardaron en aparecer.

Cuando Kevin los vio ya era tarde, los habían rodeado.

-Sus ojos...- Dijo Ann al fijarse en ellos, seguían teniendo las mascaras de gas pero los cristales de los ojos eran oscuros.

-Parece que se adaptan a los dones...- Dijo Kevin.

-Así es.- Un científico apareció detrás de los cazadores.- Así que no opongáis resistencia.

Kevin agarro con más fuerza a Ann y la apretó contra él. Quería salir de ahí, quería coger a Ann e irse a otro lugar, alejarla de todo esto. La miro unos instantes, tenía la respiración pesada, la piel del color de esa sustancia amarillenta y no parecía poder moverse.

-Escucha chico, eso que ella tiene en las venas es para estimular su don, pero si no recibe ningún tranquilizante... Bueno, su corazón no lo soportara.

Kevin la miro, definitivamente no tenia buen aspecto.

-Bien. Dadme el tranquilizante.

El científico sonrió.

-Esto no funciona así y lo sabes.

"Aun no nos han matado..." Pensó Kevin. "Somos valiosos para ellos."

Entonces Ann de un rápido movimiento abrazo el cuello de Kevin, su cuerpo le tapaba los ojos. A pesar de ello, noto un fuerte destello que lo obligo a cerrar los ojos de nuevo. Justo después ella cayó al suelo antes de que Kevin pudiera cogerla.

-E...es u-un...vial.....a-azul..... Est....

-Está bien Ann, no hables.- Kevin hecho un rápido vistazo a los cazadores. Sus trajes de goma estaban rotos, tenían varias quemaduras pero nada grave. No tardarían en levantarse. Miro a Ann.

Tenía que encontrar un vial azul en una zona laberíntica mientras los perseguían... Genial...

Sacudió la cabeza, este no era el momento de pensar, tenía que actuar. Se movió todo lo rápido que podía con Ann en brazos. Pensó en su habitación con fuerza, pero cada vez que lo hacia el collar que llevaba puesto le daba pequeñas punzadas. Al pasar junto a una puerta blanca, Kevin sintió algo. Como si lo estuvieran llamando.

Se acerco cautelosamente, podría ser una trampa perfectamente. Abrió la puerta. Había una barrera de plásticos manchados de sangre, se podía ver la mesa metálica al fondo. Kevin trago saliva, realmente le aterraba ver lo que había hay detrás. Dejo a Ann en una esquina y atranco la puerta.

No deberían quedarse ahí, no deberían detenerse, Kevin lo sabía pero había algo más fuerte que él, lo empujaba a saber lo que había allí. Cogió aire y aparto los plásticos con una mano. El escenario que se encontró le hizo cerrar los ojos y mirar hacia otra parte. Sintió como se le revolvía el estomago.

Era una mesa de operaciones, estaba manchada de sangre liquida, es decir, era reciente. Afortunadamente, el cuerpo del que había salido el líquido no estaba ahí. Aunque no podía decir lo mismo de su sistema digestivo. Había un hígado, un par de riñones, el estomago junto con los intestinos y por último el corazón.

Cada uno estaba en una especie de vitrina con un líquido espeso y transparente, aunque parecían conectados. Se movían con fuerza y de manera escalofriante. ¿Por qué sacarle los intestinos a alguien y colocarlos en una vitrina? Nada tenía sentido, aunque algo era claro: Sea lo que sea para lo que fueran esos órganos, no era nada bueno.

Almas UnidasWhere stories live. Discover now