Sueño 3: El señor Martínez

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...

Jacob

—Hay que irnos de la ciudad —dije, conservando la calma y poniéndome de pie.

— ¡Estás loco! —Contestó Erika—, no podemos dejar la ciudad, nuestra casa. ¿A dónde iríamos? —dijo al acercárseme.

—No lo sé, pero hay que hacerlo. Ya viste las noticias, la ciudad es un caos.

—Mamá, dile a Jacob que es una locura.

Mamá quedó en silencio, pensando.

—Cuando vuelva tu padre —contestó—, abandonaremos Houston, el presentador lo dijo, la ciudad está perdida, ¿por qué razón? No lo sé, pero debe ser por esos infectados de los que hablaban.

Tocaron la puerta rápidamente, por un segundo pensamos que era el mismo sujeto, intentando entrar, pero luego, la voz de papá diciendo que era él, nos llenó el corazón de alivio.

Quité la silla que había puesto, justo debajo de la manija de la puerta, para después abrirla toda, entonces la señora Cabot y Jace, entraron cargando unas maletas. Seguidos por Dorian y papá. Tenía las manos manchadas de lo que parecía ser sangre —así como Jace y su madre, que tenía salpicaduras en la ropa—.

— ¿Michael que les pasó? —preguntó mamá al ver la sangre.

—No sé cómo explicártelo —dijo, cerrando la puerta, luego puso la silla de nuevo en su lugar.

Dorian, llevó a la señora Cabot a la sala, estaba llorando, y Jace tenía la mirada perdida, estaba en shock.

— ¿Dónde está George? —preguntó mamá al no verlo.

—George... murió —dijo papá, empuñando la mano, y bajando la mirada con pesar.

—Ay por dios.

Mamá llevó la mano izquierda a su boca, pare evitar dejar salir un grito, lagrimas salieron de su rostro, estaba a punto de llorar, pero antes de eso logró mantener la compostura, mantenerse algo tranquila. Vi como apretó su bastón con fuerza, parecía que se iba a caer, pero no sucedió.

—Michael, tienes que ver esto —dijo, dirigiéndose a la sala—. Debemos salir de la ciudad —comentó, al mostrarle el noticiero—, es un caos, el centro, está totalmente en guerra, hay muertos, heridos. La gente se está yendo.

Papá, observó el noticiero por unos cuantos segundos,

—Ya tenía eso planeado —comentó papá—, después de lo que vi en esa casa... debemos irnos lo más rápido posible. Debemos ir a san Antonio, allí está una base de la FRAE, la más cercana y en operación. Con esto, debieron haber evacuado la base en el centro.

—No, esa no es buena idea —comentó la señora Cabot, llorando, lamentándose por haber perdido a su esposo—. Ahora ningún lugar es seguro.

— ¿A qué te refieres? —preguntó Dorian.

—A que esto no solo está sucediendo en Houston. Es a nivel mundial. La alerta de esto, comenzó hace casi tres semanas, un poco después de que fueron a Hawái —limpió las lágrimas de su rostro—. Empezó en california, un hospital reportó, que los pacientes a los que se les había suministrado la cura del cáncer, comenzaron a enfermarse por un extraño virus, luego, vinieron informes de Rusia, Tokio, México, Alemania, Paris, Marruecos, Chechenia... la lista era larga, pero todos reportaban lo mismo, aquellas personas, enfermaban por tres días, con síntomas demasiado extraños, pensábamos que era Ébola, luego envenenamiento por radiación, nada encajaba, hasta... que se les declaraba clínicamente muertos, pero... —sollozó—, por alguna razón, se reanimaban, podían pasar horas desde la muerte y volvían a caminar, tenía una alta agresión hacia cualquier otra persona, y cuando los mordían, se infectaban con el virus, que portaban los infectados.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now