3: Los Atletas (II)

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...

— ¿Qué haces Dorian? —pregunté.

—Manteniéndonos a salvo —dijo cortante.

—Baja el arma, ellos me salvaron, bueno... lo hiso él que está vestido como jugador de futbol. Además... ve quien está con ellos.

— Sí, se quién es, pero eso no me importa en lo más mínimo —contestó con una mueca de enfado.

—Escucha, chico —dijo Colby de una manera tranquila—, tu hermano nos pidió ayuda, y créeme que eso es algo que pocos ofrecen ahora —hizo una pausa—. No somos ladrones, o asesinos.

—Leíste mi pensamiento con las dos últimas palabras —espetó Dorian intentando una sonrisa.

—Nos contó lo de sus amigos... podemos ayudarles. Eso y... que no hemos visto personas en semanas desde que salimos de San Francisco.

— ¿San Francisco? —Exclamó Dorian—, ¿vienen de allá? ¿Por qué? Ese es un lugar seguro, allí está el fuerte Malcolm —preguntó Dorian ansioso, al bajar el arma por un segundo.

Colby cambió su expresión tranquila por una de preocupación y de lastima, lo mismo hicieron sus compañeros, que parecían sorprendido por escuchar ese nombre.

—No sé cómo decirte esto... —dijo haciendo una pausa—, el fuerte... ya no existe más —dijo Colby con un tono en su voz, parecía tristeza—. Paso aproximadamente hace dos meses, un grupo, conformado por ex prisioneros, y guardias de la prisión, atacaron el fuerte, robaron armas, comida, mataron a muchos de los militares, e incluso algunos se les unieron. Luego de una semana, la gente empezaba a irse, o intentaba salvar el fuerte, pero era demasiado tarde, los infectados llegaron y arrasaron el lugar. Perdimos a uno de nuestros amigos el último día.

La noticia, nos quitó la última esperanza que nos quedaba, todo el esfuerzo que hicimos por llegar hasta aquí, todo lo que perdimos, nada de eso valió la pena en lo absoluto, únicamente habíamos gastado tiempo y recursos en una travesía sin sentido. Dorian, estaba devastado por haber escuchado esto. Se sentó en uno de los sillones color rosa que estaba cerca, Erika y yo, nos deprimimos un poco, pero ella aún más ya que en su rostro se notaban las ganas de llorar que tenía.

—Ustedes se dirigían hasta allí —dijo Colby—. Lamento ser el portador de las malas noticias... pero al menos les ahorré el desgaste de ese viaje.

—Todo nuestro esfuerzo —contestó Dorian—, inútil, quedándonos en Las Vegas tendríamos las mismas oportunidades que aquí.

—Escucha... será mejor que comencemos a movernos, antes de que más infectados lleguen. El ruido debió haber alertado a muchos.

—Claro, es lo justo, dejarlos venir con nosotros ya que nos evitaron ir a un lugar destruido —contestó Dorian reincorporándose—, el único problema es que debemos cargar todas nuestras cosas hasta nuestro refugio, no trajimos ningún vehículo.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now