4: Regreso al refugio (II)

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—Espero que no estén escondidos tan alto —comentó Swatson—, detesto subir escaleras.

—Vaya, la princesa comenzó a hablar —dijo Raquel, acercándose a Dorian—. Toma, por cierto, este mapa es viejo, de antes del dos mil veinte.

—Es el único que tenemos de la ciudad —comentó al guardarlo en su mochila—, aunque, de hecho, tenemos mapas de todo el país. Pero ninguno está actualizado.

—Eso es ingenioso y a la vez una desventaja.

Volteé a la derecha, observando a Colby, buscando algo con la vista. Al parecer no lo hallaba, su mirada denotaba algo de decepción.

— ¿Buscas algo? —pregunté.

—Sus autos —contestó—, creo que se los robaron.

—No —contestó Erika con una sonrisa—, nuestros autos están justo aquí —comentó—. Traten de hallarlos.

De repente, el grandulón de Tren comenzó a reír de una manera extraña, casi desesperada.

— ¡Vaya, sí que tienen mala suerte! —comentó entre risas—, ¡alguien les prendió fuego a sus autos! —dijo señalando al lobby.

Observamos las reacciones del resto del grupo de Colby, captando lo que era obvio que el pobre tonto ignoraba. Carlo se acercó lentamente hasta Tren, puso su mano sobre su hombro, antes de hablar.

—Hermano... no me gusta verte humillarte. Los autos, están camuflados para aparentar estar quemados.

—Espera... ¿Qué? —dijo recapacitando, al observar nuevamente los autos, entre algunas risas del resto de nosotros.

Comenzamos a caminar hacia el edificio, mientras Tren se quedaba atrás con una cara de sorpresa, mezclada con algo de vergüenza. Él demostraba que era mucho musculo, y poco cerebro. Muy poco.

De nuevo pisamos los vidrios, los escombros, y papeles del suelo, los cuales no iban a desaparecer de este lugar. Guardamos nuestras cosas en la minivan, junto con las de nuestros compañeros, aunque ellos consideraban un error dejar nuestras cosas así nada más, pero, hasta ahora, no habíamos perdido ni una sola lata de sopa de fideos.

Dorian conectó los cables de los elevadores, las luces de estos se encendieron, y nos dividimos entre los dos elevadores, para no sobre cargarlos. Harley, Robbie, Colby, Jeremmy y Carlo, ocuparon el primero. Erika, Rachel, Raquel, Swatson y yo, ocupamos el segundo. Mientras nosotros subíamos, Dorian, Jace y el resto, desaparecieron detrás de las puertas del elevador al cerrarse, comenzando su lento ascenso por el excedente de carga.

 Mientras nosotros subíamos, Dorian, Jace y el resto, desaparecieron detrás de las puertas del elevador al cerrarse, comenzando su lento ascenso por el excedente de carga

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Dorian

Esperar, una de las cosas que más me frustraba antes, ahora me resultaba algo tranquilo, a pesar de que estábamos trayendo extraños a nuestro refugio. Nos había ayudado, pero, ¿serían esas sus únicas intenciones? ¿Planean robarnos en medio de la noche? O ¿Nos atacaran al llegar arriba? No tenía respuesta, solo me quedaba llegar arriba y ver cuál de las tres ocurría primero.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora