23: Fuego y cenizas (I)

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(Días atrás)

Dorian

—¡Oh por dios! —disparé mi arma cuando iluminaron el rostro del infectado.

El disparo rompió una pequeña capa del hueso de la frente del infectado pero se había detenido en cierto punto, el infectado solo gruñó ante esto con fuerza alterando mucho más a los infectados en el exterior que golpeaban la cortina de acero con más desesperación.

—¿Cómo demonios es que terminó así? —preguntó Swatson.

—No lo sé, hay que preguntarle —contestó Raquel con un gran uso del sarcasmo.

—Solo mírenlo. Está clavado en el piso y en el techo como si fuese un árbol —señaló Carlo.

El bull se encontraba inmóvil sus piernas parecían haberse fusionado por el crecimiento óseo, llegó a tal grado que la movilidad le fue arrebatada y ahora estaba creciendo para todos lados como las ramas y raíces de los árboles, solo que a diferencia de los arboles esto estaba hecho por hueso incluso podíamos ver algo similar a venas en la superficie de las capas más nuevas de tejido óseo.

—¡Creo que encontré una salida! —exclamó Rachel al patear una puerta que se encontraba bloqueada por un montón de cajas y algunas silla del otro lado—. Puede que nos lleve al exterior, y es mejor que estar aquí encerrados.

—Solo espero que esto no nos cueste la vida —contestó Swatson al caminar hacía esa puerta que daba a un corredor.

—Es mejor que nada —contesté al recargar mi arma y empezar a caminar.

Éricka

Forcejeaba para liberarme del agarre de aquellos brazos fuertes y gruesos que trataban de mantenerme inmóvil, no quería morir así, no de esa forma tan horrible y dolorosa, traté de alcanzar el arma en mi cintura para darme un tiro, sin embargo, al tenerla en la mano el infectado me tomó firmemente de la muñeca entonces sentí como un par de labios se acercaban a mi oreja.

—Deja de forcejear, soy yo —dijo.

En ese momento escuchar su voz fue la cosa más reconfortante que pudo pasarme esta noche, mi respiración agitada se regularizó luego de unos segundos de mantener la calma. Lentamente me soltó de su fuerte agarre retirando una de sus manos de mi boca cuando deje de intentar gritar por el pánico.

—Jace y Carter también están conmigo. No nos encontrarán mientras no hagamos ruido —comentó Tren aun susurrando.

—Pensé que estaban muertos —contesté con voz muy baja.

—Por poco. Al menos la caída fue algo suave.

—¿Cómo es que no nos están atacando? —preguntó Jace al acercarse mientras mantenía a Carter en sus brazos.

—No es por la falta de luz, eso es seguro.

—Es el aroma —dijo Tren—. Estamos cubiertos de esta porquería, son cadáveres, infectados muertos también, tenemos el aroma de los infectados. Piensan que somos como ellos.

—Entonces salgamos de una vez —comentó Jace.

—No creo que sea tan sencillo. Tal vez tengamos el mismo olor, pero los animales no se infectan, y estoy seguro de que los infectados se darán cuenta de ello si empezamos a caminar y olfatean a Carter.

—¿Entonces qué hacemos? —pregunté.

—Una buena distracción. Tengo unos petardos pero...

Un ruido extraño detuvo a Tren, había algo cerca de nosotros que emitía un sonido tan extraño, sonaba a que algo se estaba moviendo en el interior de una bolsa llena de agua o un saco. A un par de metros había una enorme vaina brillando en la oscuridad de un color rojo muy intenso, antes esa cosa no se encontraba allí, no había ningún tipo de luz aquí abajo; aquel extraño tipo de planta gigante se comenzó a abrir su tejido era como el de un saco amniótico, mucho liquido salía de este, entonces un infectado cayó entre la pila de cuerpos cubierto de aquella sustancia viscosa que se veía de un color oscuro. La escena era tanto impresionante como aterradora ¿Qué era lo que estábamos presenciando?, la única respuesta que se me vino a la mente luego de preguntarme eso fue...

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن