8: Carrera mortal

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Jacob

El vapor de la máquina de expresos hizo algo de ruido al salir por la presión. Nuestro descanso iba muy bien hasta ahora: no había ningún infectado en el lugar, la electricidad funcionaba perfectamente, y nuestras mochilas ahora tenían unos cuantos paquetes de café expreso, azúcar y algunas otras cosas que no fueron saqueadas.

—Podrías pasarnos una bolsa de frituras —dijo Jace desde los sillones de terciopelo rojo, manchados por el polvo, la humedad, y la suciedad que ahora manchaba cada lugar.

—Deberías ponerte de pie. Has comido muchas de esas cosas —contesté.

El vaso de cartón de la cafetería se llenó del café expreso; la crema de le vino después, decorándolo como si fuese una hoja de color blanco entre el café. Había aprendido a hacer formas en el café, gracias a un video que vi en internet hace una semana.

Tapé el café luego de que ya tuviera azúcar, entonces caminé por la cerámica de las tazas rotas en el suelo, mezcladas con la sangre de uno de los antiguos trabajadores. Ellos ahora estaban hechos un estropajo en el suelo de su ex lugar de trabajo, el Elli's Coffe Place.

Harley, y Érika regresaban del baño, Dorian limpiaba a su "novia", y Jace, simplemente volvió a buscar frituras al piso inferior del lugar. Del techo observaba que caía un poco de polvo de concreto, estos eran viejos edificios, y el desuso y el crecimiento de plantas los estaban deteriorando el doble de rápido de lo que lo hacia el usarlos.

—Ya estamos cerca del centro comercial. Solo nos faltan dos cuadras para llegar —dijo Dorian, poniendo el cargador de nuevo en su rifle.

—Yo quiero seguir aquí un poco más. Los sillones son muy cómodos —dijo Harley al sentarse.

—No podemos —contestó Érika—. Necesitamos ver si el centro comercial es seguro para buscar más cosas. Debemos ir hasta allí.

—Debimos hacérselo dejado a Colby y los demás. Ellos tienen la fácil tarea de ir al banco por todo el ruido de anoche.

—Ya no es común escuchar disparos Harley —interrumpió Dorian—. Ellos son más capaces que nosotros si se trata otra vez de los desquiciados con máscaras. Casi nos matan cuando nos encontramos con ellos —se levantó del asiento—. Creo que deberíamos continuar estamos muy cerca.

Dorian bajó las escaleras, un par de vidrios se rompieron, y escuchamos el rugir de un feral. Un forcejeo después, algo se escuchó rodando por el suelo entre un golpe húmedo; siguieron los ruidos, había afectados en el local, solo que no nos preocupábamos, pues los ruidos fúricos de Dorian nos decían que él los estaba acabado. Yo terminé tranquilamente mi café, despreocupado por lo que sucedía abajo.

Todo se quedó en calma. El bullicio acabó, solo escuchamos a Dorian quejarse, escupir, y patear algo que se escuchó que goteaba. Arrojé el vaso de cartón a uno de los cubos de basura más cercanos, para luego, ponerme en pie y tomar mi katana del mostrador de postres averiado, con manchas de sangre.

Ajusté la correa a mi torso, para que el mango quedara en el lado derecho de mi cuerpo.

Bajé las escaleras observando la obra de Dorian, cuatro infectados tendidos en el suelo, dos de ellos ferals; la cabeza de un bíter estaba a varios metros entre un rastro de sangre y el limo negro, cerca de donde se encontraba los ordenadores empolvados, inservibles, y llenos de suciedad.

Afuera, estaba mi hermano con el rostro manchado de gotas de sangre, sí cómo la ropa y su arma; jadeaba, pues cuatro infectados era demasiado para una sola persona.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ