22: Retribución

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Jacob

la brisa del frío aire de invierno se impactaba contra mi rostro, el olor de los hot dogs impregnaba el aire pues cerca se hallaba un carrito vendiéndole a todas las personas que disfrutaban de una buena tarde en Central Park, a nieve había cubierto toda la belleza de las diferentes tonalidades de verde que le daban vida al centro de Nueva York.

La nieve se sentía muy suave al pasar por encima de ella corriendo a mi máxima velocidad mientras corría de Dorian, trataba de atraparme para meterme nieve dentro del abrigo luego de que le había tirado una bola de nieve al rostro, no me gustaba tener diez años, el me ganaba por cinco, era más rápido y más fuerte que yo lo que le hacía fácil molestarme en muchas ocasiones; escuché su caída sobre la nieve para luego escucharlo quejarse de que se había caído de cara contra la nieve, solo me reí de él al voltear a verlo de reojo con la cara cubierta de nieve.

—Dorian, Jacob, vengan iremos a comer —dijo papá al llamarnos desde la banca en la que estaba esperándonos junto a mamá.

Ella se veía mucho mejor luego de haber pasado semanas en el hospital para recuperarse del todo de su tratamiento de quimioterapia, se le veía más feliz que de costumbre, tal vez el vernos jugar la ponía así, o la nieve, el frío, o haber pasado todos estos días siempre rodeada de su familia en todo momento, a diferencia de otras veces en las que no podíamos verla por días, algo que la deprimía de una manera exagerada.

Érika sostenía a mamá de la mano al momento de caminar porque aún tenía un poco de dificultad para mantener el equilibrio.

—Érika, no tienes que sostenerme en todo momento, todavía puedo caminar yo sola —dijo mamá con una sonrisa en el rostro.

—Yo me encargaré de mantenerte en pie si llegas a perder el equilibrio mi amor —papá le dio un beso luego de tomarla del brazo—. Deberíamos ir a algún restaurante, que les parece si vamos a uno con los lujos que te mereces Jenny.

—No creo que me merezca nada. Solo he estado acostada en una cama de hospital generando gastos.

—¿Ah sí? —contestó papá con un tono algo extraño—. Porque mi reservación para el Boston Magical dice lo contrario.

—No tenías que hacerlo... ¡Es el restaurante más caro de la ciudad! —dijo emocionada aunque su voz algo débil por los días de hospital no dejaba notar su emoción.

—Disfrutemos el tiempo restante en la ciudad, todavía hay mucho que...

Papá se detuvo al escuchar un fuerte ruido cercano que era muy similar al disparo de un arma de fuego, lo cual alarmó demasiado a papá, al instante tomó una postura extraña y su mirada se fijaba a diferentes direcciones buscando el origen del disparo. Un helicóptero pasaba sobre volando sobre el parque, era extraño pues este esta volando demasiado bajo para ser un helicóptero de los noticieros, este en cambio era de la policía se podían ver la iniciales del departamento de policía, y a los dos oficiales con rifles en uno de sus lados.

Unos ruidos de origen inexplicable comenzaron a hacerse notar en el ambiente junto con los gritos de personas asustadas, eran gritos tan atemorizantes que me provocaban pavor; a lo lejos por un camino lleno de árboles podía observar que unas personas huían de algo que no se veía, hasta que una de ellas cayó en manos de un hombre con la camisa llena de sangre, detrás de este venían más, eran docenas de ellos que estaban corriendo enardecidos con las bocas soltando sangre...

Abrí los ojos en ese momento por la impresión de que hasta en uno de mis más hermosos recuerdos hubiese sido mancillado por la presencia de los infectados, ni siquiera el rincón más privado de mis recuerdos se encontraba a salvo de los horrores de este mundo.

Mi vista se mantenía fija en el techo banco con cientos de pequeños agujeros que eran tan pequeños que fácilmente podrían haber cientos de miles. Escuchaba la máquina de oxigeno funcionando, cada vez que respiraba esta hacia su característico ruido que bombeaba el oxigeno a mis pulmones a través del tubo que se encontraba en mi garganta obstruyendo cualquiera de mis intentos por hablar.

Desvié la mirada del techo hacia mi cuerpo inmóvil no podía mover nada que no fuera mi mano izquierda, cerca se hallaba el control de la cama y el botón de asistencia que llamaba a las enfermeras. Mis dedos temblaban al estirarse en un intento par llegar a ese botón, sentía un poco de dolor bajo la venda que me cubría la mano debía tener alguna clase de herida aunque no podía saber con certeza si se trataba de una mordida o uno de los múltiples cortes y perforaciones que me causaron los infectados en los últimos kilómetros que restaban para llegar hasta aquí.

Mis lagrimas comenzaban a deslizarse por mi rostro lentamente al darme cuenta de que no merecía estar en este cuarto de hospital recuperándome de todas las heridas, de la pelea en la jaula, de... de todo, merecía morir luego de haber dejado atrás a Colby, a Harley, fui un completo cobarde al no haber dado vuelta.

Presioné el botón con la punta del dedo apenas alcanzándolo. Mi mano se quedó quieta luego de eso, seguí observando el techo dejando mis lagrimas correr durante un rato para expulsar el dolor que me estaba consumiendo por dentro; la puerta de la habitación se abrió lentamente mientras el sonido del calzado que usaban las enfermeras llegó a mis oídos, levanté un poco la cabeza observando a aquella chica que estaba cabizbaja observando una tablilla de expedientes, tenía por lo menos unos veinte años, pelirroja, con pecas muy finas sobre sus mejillas, su orejas estaban tapadas por un par de audífonos de color verde que reproducían música a todo volumen, podía escucharse levemente la música, los violines, las guitarras, no sabía qué tipo de canción era, pero se escuchaba interesante.

La tablilla calló al suelo cuando alzó su mirada que se topó con mis ojos abiertos mirándola fijamente, al parecer ella no sabía que era yo el que se encontraba en esta habitación, o que había alguien en el estado en el que me pudiera encontrar, la verdad ni siquiera podía ver como estaba mi rostro luego de anoche. La chica salió corriendo dejando la puerta de la habitación abierta, desde el pasillo se podía escuchar que gritaba el nombre de la doctora con fuerza, con un dejo de preocupación y asombro.

No pasó más de un minuto desde que aquella chica se había ido, cuando regresó acompañada de la doctora, ella estaba atónita al verme y seguía sin entender por qué.

—Le dije doctora, el sedante tiene un par de horas que se le suministró y ahora está despierto —comentó la chica.

—Hiciste bien en avisarme Sadie, regresa ahora a tu ronda de esto me tengo que encargar yo —contestó sacando una pequeña linterna del bolsillo de su bata.

Se acercó hasta la camilla con la linterna encendida con lo que estaba checando las reacciones de mis pupilas ante la luz.

—Jacob... Esto no puede ser... Deberías estar noqueado por los sedantes.

Intenté hablar, solo produciendo gemidos incomprensibles por culpa del tubo de respiración en mi garganta.

—Espera, te quitaré el tubo.

La doctora me ayudó sanando el tubo que estaba en mi esófago mientras yo empecé a toser algo de saliva por la irritación que dejó en mi garganta.

—¿Fui el único? —pregunté con algo de esperanza en mi corazón de que la respuesta fuera un no.

—Nadie más ha vuelto desde hace tres días —contestó—. Me temo... Que los demás puede que hallan muerto.

Solté su mano luego de eso, toda la energía de mi cuerpo se esfumó en ese instante, mis ojos se empezaron a sentir tan pesados que solo parpadeaba hasta que todo se puso negro. 

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Ya estoy muy cerca del final, pero la escuela no ayuda, disfruten los capitulos que quedan por que a partir de ahora habrá la verdadera acción que me he reservado para el final y será algo "Explosivo"

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora