18: Terrores nocturnos (II)

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Dorian

El cuerpo entero me dolía, sentía que la cabeza me daba vueltas sin cesar. Escuchaba el ruido que hacían las puertas siendo golpeadas y a alguien maldiciendo, ese alguien era Rassmusen, golpeaba como logo la puerta entre maldiciones y gruñidos hasta que logro tumbarlas de una fuerte embestida.

—Malditos infectados, malditas misiones suicidas, ¡maldito el mundo! —gritó antes de ponerse su mochila al hombro y tomar su arma y salir corriendo entre algunos disparos—. ¡Vengan hijos de puta!

—¡Rassmusen! —grité un poco tarde ya se había ido.

Me puse de pie a como pude tambaleándome hasta salir del interior del remolque con Nelly y mi mazo en las manos; mi mochila aun la tenía en la espalda, pero sentía que pesaba como un costal de ladrillos. Estando afuera observe a muchos night skin estando a raya de las pocas luces UV que quedaban encendidas, estas estaban tan dañadas que parpadeaban se apagarían en cualquier momento. Unos bíters se me acercaron lentamente, me sujeté a Nelly del hombro y tomé el mazo con ambas manos a pesar del mareo que tenía.

Golpeé a un directamente en la frente aplastándole el cráneo por completo, quise levantar el mazo de nuevo pero el infectado me dominó contra el costado del camión, la fuerza no me daba por el dolor corporal y la confusión que tantos golpes me habían provocado. Las manos frías y mal olientes del infectado se paseaban por mi rostro intentando arrancarme trozos de carne a mordiscos, para ser un bíter tenía mucha fuerza, se me acercaba cada vez más al rostro mientras su pútrido aliento me daba nauseas.

Sobre el camión escuché ruidos fuertes y también pude escuchar a más personas salir corriendo desde el interior del camión, uno de ellos fue Érika acompañada de Carter. Comencé a gritar por ayuda cuando la fuerza se me estaba acabando y un feral lleno de rabia trataba de llegar a mí por sobre el bíter.

—¡Ayúdenme! ¡Por favor! —grité desesperado, sintiendo a mis brazos ser vencidos por ambos infectados.

Ya no podía más con un brazo los detuve el tiempo suficiente para alcanzar el arma en mi cinturón, para después apuntarme a la cabeza con ella mientras observaba las miradas hambrientas de los infectados. Algo pasó en ese momento muy cerca de mi rostro, gotas de sangre me mancharon el rostro, y los infectados ya no ejercían nada de fuerza; las cabezas de ambos infectados habían sido perforadas al mismo tiempo por una flecha.

Solté ambos cuerpos sorprendido de que estuviese a punto de jalar del gatillo para acabar con mi vida, algo que jamás planeé hacer. La mano me temblaba todavía con el arma aferrada y el dedo en el gatillo.

—¡Dorian Vamos! —gritó Rachel al tomarme por los hombros y sacudirme para que reaccionara.

—¡Vamos princesa los demás se fueron! —apresuró Swatson, luego se escucharon disparos entre la multitud de gemidos que había.

—¡Sí, vamos! —secundé.

Tomé mis cosas con premura viendo que solo éramos las gemelas, Carlo Swatson y yo, los que ahora estábamos juntos corriendo por nuestras vidas. Los ferals nos perseguía muy de cerca siendo seguidos a su paso lento por los bíters, mientras los night skin, por alguna razón decidieron ignorarnos de momento,

—¿Todos lograron salir? —pregunté preocupado de mis hermanos.

—No lo sé, solo vi la jaula del infectado abierta y salí corriendo. —Contestó Carlo.

—¡Cállense y corran! —se dio media vuelta para disparar su arma contra los afectados que nos perseguían.

Escuchamos una fuerte explosión que solo hizo que en toda la ciudad los gritos y aullidos se intensificasen más de lo que ya estaban. Los ferals tuvieron un mejor objetivo que nosotros, el ruido del camión que ahora se encontraba en llamas.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora