5: Night Skin (III)

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...

Eran algo pesados. Su carcaza de plástico reforzado, estaba pintada con hojas verdes de camuflaje, y las lentes, eran de un color rojo escarlata.

—¿Para qué me das esto? —Pregunté confundido.

—Solo acércate a la ventana, y observa —contestó.

Miré al resto lleno de angustia, Dorian sabía de alguna forma lo que estaba sucediendo, y estaba tan asustado cómo para decírnoslo.

Sin más opción que usar los binoculares para observar, y tratar de encontrar el lugar de origen de los disparos.

Encendí los binoculares y automáticamente se ajustaron al nivel de luz disponible, activando la visión nocturna al posar mis ojos cerca de la lente. Lo primero en ser divisado, fue un grupo de infectados que se tambaleaban al caminar en diferentes direcciones.

—¿Qué es lo que estamos buscando? —Pregunté.

—Sigue observando y lo veras —contestó sin apartar la vista de los binoculares.

—Deberías ser más específico.

No recibí respuesta. A pesar de que me parecía una rotunda tontería mirar por los binoculares las calles vacías. Movía los binoculares a cada lado, sin ver nada más que bíters, ferals, y... Algo pasó corriendo muy rápido hasta cubrirse por un autobús. Fue demasiado rápido, pero alcancé a ver lo suficiente como para notar que no era un feral.

—¿Qué cosa era eso? —me pregunté.

—¿Cuál cosa? ¿De qué hablan? —preguntó Jeremmy.

—Seguramente son solo ferals —dijo Carlo.

—No son ferals. Los ferals no tienen garras —contestó Dorian.

—Okey, ahora ya me estoy asustando —espetó Tren, con un tono de voz nervioso, y tan bajo que parecía la voz de una persona normal.

Miré hacia atrás, las caras de todos eran de angustia, salvo por Robbie, quien tenía puestos unos audífonos inalámbricos, y Jake, cuyo rostro estaba igual que unos minutos atrás. Horace y Sarah salieron de la habitación, ambos con el mismo gesto de confusión, preguntando por los aullidos extraños, pero sus preguntas no podían ser respondidas todavía.

—¡Ahí, encontré quien dispara! —Exclamó Dorian, señalando por la ventana a un punto el cual no alcanzaba a ver.

—Necesitaras ser más específico —dije algo molesto.

—Puse una marca infrarroja. Solo rastréala —contestó con nerviosismo.

Una pequeña alerta saltó en la esquina de los binoculares, me indicaba lo de la marca que había hecho Dorian. Unas líneas digitales, con contador de distancia, me guiaron hasta el punto exacto en el que disparaban, era en una plaza abierta a unos cinco kilómetros al este del edificio, era un pequeño campamento, ubicado en lo que parecía ser una tienda de ropa fortificada.

—¡Podrían decirnos qué ven! —gritó Harley, llena de desesperación.

—Yo la apoyo —añadió Colby—. Dígannos, y dejen de matarnos de miedo.

—La verdad es que aún no veo nada, creo que... —dije sin voltearlos a ver, ni terminar, por observar aquello a lo que disparaban.

 —dije sin voltearlos a ver, ni terminar, por observar aquello a lo que disparaban

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Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora