12: Santa Senica (II)

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...

El avión giró hacia la izquierda lentamente, sentíamos la inclinación y estar junto a un gran agujero en un avión no era una gran idea.

-Ya estamos yendo al aeropuerto -dijo Érika apuntando por el agujero.

-La pista al parecer esta despejada -secundó Dorian.

-¿Dónde están los demás? -pregunté.

-En la cabina, o al lado del camión. Revisando sus heridas. Sarah les está ayudando.

-Les habla su sexy capitán, es hora de subir a los vehículos y mantenerse allí hasta que hallamos aterrizado pues esto se pondrá un poco feo -dijo Robbie fingiendo la voz de una azafata.

(...)

Sujetaba con fuerza el volante del asiento, estaba nervioso, en cualquier segundo íbamos a tocar tierra y por los árboles que alcanzaba a ver desde aquí.

El cuerpo entero del avión vibró cuando la parte trasera del tren de aterrizaje tocó tierra, las sacudidas fueron muy intensas, y escuchamos un fuerte ruido metálico antes de que las chispas comenzaran relucir desde el agujero.

-Sosténganse -dijo el capitán con algo de esfuerzo-. El tren de aterrizaje se dañó con la explosión de la turbina, esto está difícil.

La aeronave comenzó a girar hacia la izquierda derrapando sobre la pista como un auto sin control, lo cual solo nos dejaba todavía más nerviosos, pensaba que iba a morir en este accidente de aterrizaje, así no tendría que preocuparme por dispararme en la cabeza, ya habría sido consumido por las llamas antes de siquiera poder levantarme de este asiento con las ganas de comer carne.

Unos segundos después del derrapé el avión lentamente fue perdiendo velocidad, quedándose totalmente inmóvil. Las turbinas se apagaban gradualmente disminuyendo su rugido, hasta que el ala izquierda se desprendió en parte del avión y cayó inclinada sobre la pista tragándose a unos infectados y sacándolos como una nube de sangre.

-Pasajeros, muy buenos días -dijo Robbie imitando aquella voz irritante de nuevo-. Debo informarles que...

Rassmusen salió de la casa rodante antes de que Robbie terminara de hablar, disparando contra los parlantes.

-¡Cállate y abre la maldita rampa! -gritó con enfado.

La cabeza comenzaba a dolerme un poco, sentí un impulso nervioso que me hizo dar un movimiento a manera de espasmo hacia la derecha provocando que la herida me doliera igual.

-La rampa se está abriendo. -Comentó Érika al darse la vuelta. La observé por el espejo retrovisor y vi que su perro estaba sobre los asientos-. Demonios. Hay algunos infectados.

-¿Podrías bajar a Carter de los asientos? No quiero que los manche.

Mí hermana me observó a los ojos por un segundo desde el retrovisor, no dijo ni una sola palabra, sencillamente ella bajó al cachorro sin renegar quedándose en total silencio. Me trataba bien como si ya estuviese muerto.

Encendí el auto. El motor comenzó a rugir al instante en que presioné el acelerador al poner la reversa. Bajé por la rampa a la accidentada pista, el auto rebotaba a causa de los escombros levantados, y algunos de los infectados a los que les pasaba encima.

Un bíter se acercaba por mi lado, algo de ira se apoderó de todo mi ser por un momento, y le di un portazo manchado la puerta de sangre antes de seguir moviéndome.

-Adiós vieja amiga. -Dijo el capitán a través de la radio de la casa rodante.

-Al menos sacamos lo que pudimos durante el vuelo. -Dijo Raquel-. todas esas armas y munición serán de mucha ayuda.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now