El puente

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             (24 de Diciembre del 2015)

La gente se movía a gran velocidad, sin detenerse a ver lo que el día anunciaba, el simple hecho de verlos era como ver una escena en time-lapse* o como ver a un par de hormigas obreras yendo de un lado a otro con pedazos de comida sobre sus lomos. Nadie era la excepción, ni siquiera los agentes especiales de la estación de policía estaban exentos de participar en las fiestas navideñas.

Era curioso como ese día en especial los agentes habían tenido que dejar el departamento de policía casi abandonado, todos se habían tomado unas cuantas horas de la tarde para hacer las compras a último momento, ya que todos andaban en las plazas comerciales haciendo sus compras navideñas, de un lado para otro tratando de encontrar un buen regalo para aquellos a los que querían.

La mayoría tenía en casa a un niño que al día siguiente se levantaría temprano, despertaría a cada uno de los adultos que vivían en casa por el simple hecho de que la emoción, de poder al fin abrir los regalos que estarían debajo de un árbol, los mantenía despiertos y con energía. Incluso a los adultos les daba un poco de emoción, y esperanza de un mundo feliz y bueno.

Al día siguiente todas las familias de Memphis se levantarían llenas de felicidad y esperanza, excepto una. Ese año no habría felicidad ni mucho menos esperanza para la familia Victoriano, esa noche no habría cena para su familia y a la mañana siguiente nadie abriría los regalos ya que Marie era la primera, que todos los años, abría los regalos.

Posiblemente era ilógico que en navidad el departamento de policías se encontrara vacío, se suponía que era la época en la cual los servicios de policía y ambulancia deberían estar más atentos a lo que pudiera ocurrir en la ciudad. Estadísticamente el invierno era una temporada en la que ocurrían más accidentes tanto automovilísticos como domésticos alrededor del mundo. Pero no en Memphis, eso no ocurría con frecuencia en la ciudad. A pasar de ser una ciudad promedio y de que tenía un gran número de ciudadanos, era poco común que ocurrieran grandes accidentes. Incluso se podía decir que era una ciudad un tanto aburrida. La gente era muy cuidadosa y sabía tomar las indicaciones que los servicios de seguridad les hacían.

Por eso no esperaban las llamadas, ni mucho menos un homicidio.

Todo empezó a las 2 de la tarde del día de noche buena, justo cuando el sol tocaba su punto más alto en la ciudad de Memphis. Justo cuando la orilla del rio Mississippi, que se encontraba semicongelada y que aun así se podía distinguir perfectamente a unos cuantos peces, se encontraba atestado de personas que observaban como unos pescadores lograban sacar los peces del rio. Algunos niños corrían de un lado a otro, caminado por la orilla intentado animarse a ir más allá del hielo. No fue hasta que un grupo de cinco niños que se alejaron más de lo necesario de sus familias, que encontraron una maleta.

Los niños creyeron que aquel era el mayor descubrimiento que el mundo pudiera haber hecho, en sus mentes aquello podía ser un tesoro, incluso podían llevárselo a sus casas y repartírselos.

Posiblemente si pudieran repartirse lo que estaba dentro de aquella maleta. Una extremidad para cada uno.

Uno por uno se acercaron a la maleta, animando al más grande a que la abriera.

-Ábrela, Daniel.- animaron los niños con una sonrisa, todos excepto uno.

-Mejor digámosle a mamá lo que encontramos, Daniel.- dijo el más pequeños de todos. Los demás voltearon a verlo con una sonrisa maliciosa en los labios.

-No seas llorón, Michael.- replicó su hermano con el ceño fruncido.

-Yo digo que la abra él.- dijo un niño de cabello rojizo, que era el mejor amigo de Daniel.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now