Jade

830 88 3
                                    


Lo último que Jade recordaba de la noche anterior era estar sentada en el regazo de un hombre, uno muy guapo según ella. Estaba segura de que el hombre era hermoso, no porque recordara con exactitud su rostro sino porque ella nunca estaría con alguien que no fuese guapo. Podía haber estado muy borracha pero aun así no perdería el juicio de tal manera que se metiera con cualquiera.

Incluso los ojos azules del hombre permanecían en su memoria, tal vez eso era lo que había llamado su atención. Tal vez eso era lo que había hecho que terminara acostándose con él en una de las habitaciones de la casa en donde se llevó a cabo la fiesta.

Todo quedaría en suposiciones, porque realmente no recordaba nada de lo que había ocurrido la noche anterior y sabía que nadie se lo explicaría, pues se había despertado en un sillón incomodo, justo en medio de la sala de Mark, el tipo que había organizado aquella increíble fiesta y que había dado su casa para que universitarios hicieran sus cosas en donde quisieran. Al parecer Mark no era de aquellos a los que les importara mucho lo que dijeran sus padres, tenía entendido que sentía un odio increíble por los que eran sus progenitores, era bien conocido entre sus amigos que lo que más despreciaba era la autoridad de los padres.

Si a él no le importaba a ella tampoco, por algo eran amigos.

La sala estaba completamente desordenada, las botellas de cervezas estaban esparcidas hasta en los lugares menos esperados, había colillas de cigarros tirados en el suelo y unas cuantas rayas blancas de un polvo sospechoso en la mesa de centro.

Tal vez debería quedarse a ayudar a limpiar la casa. Tal vez, pero lo que menos quería hacer en ese momento era ponerse a hacer limpieza e incluso deseaba quedarse en ese sillón incomodo a dormir por el resto del fin de semana.

El dolor de cabeza luego de haber tomado una botella, casi entera, de tequila era la peor tortura que cualquiera pudiera tener. Sin embargo estaba siempre dispuesta a tomar el riesgo si de tomar alcohol se trataba. No es que fuera una alcohólica, simplemente desde la primera vez que tomó alcohol supo que jamás podría dejar de hacerlo.

La primera vez que tomó alcohol fue la mejor noche de su vida. Así que por eso lo repetía cada que podía.

Cuando se levantó del sillón sintió que su mundo se tambaleo de un lado para el otro.

¡Rayos!

Realmente se había excedido un poco de más la noche anterior. No era normal que se sintiera tan mal, incluso que hubiese olvidado el rostro del hombre de la noche anterior no era algo normal, aunque no era un gran problema. No es como si quisiera volver a encontrarse o salir con él.

Se acomodó el vestido con lentitud y se dirigió a la habitación que sabía era de su amigo, esperaba que este ya estuviera despierto para que la pudiera llevar hasta su casa.

Estuvo a punto de caerse de las escaleras cuando subió, pero fuera de eso no tuvo ningún inconveniente en llegar al cuarto de su amigo. Nunca tocaba cuando se trataba de la casa de su amigo, así que hizo lo mismo que siempre hacía, entrar sin tocar. La imagen que tenía frente a ella no era una que se esperaba. No era algo que pudiera haberse imaginado.

Mark se encontraba envuelto entre los brazos de Darla, la mujer que siempre los acompañaba a todos lados. Se podría decir que era su mejor amiga.

Porque si era sincera con ella misma, la única mejor amiga que alguna vez había tenido ya no lo era. De hecho, eran como enemigas y no era algo que le quitara el sueño.

Ver a Mark con Darla no era algo que le molestara o le hiciera sentirse celosa, lo que sentía por Mark era cosa de nada. Simplemente sentía asco, jamás se imaginó que aquellos dos terminarían enredándose y acostándose. Porque estaba segura que aquellos dos estaban desnudos debajo de las sabanas.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now