Recuento

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Alex llegó a su hotel casi a media noche, después de haber recibidos los archivos referentes al caso que llevaría en marcha caminó hasta un restaurante que había visto en el camino. El nombre del restaurante hacía notar que se trataba de un restaurante de comida mexicana. De hecho, era perfecto, ya que últimamente tenía la loca idea en la cabeza de intentar comer de todos los tipos que pueda haber en el país, incluso en el mundo.

Siempre, desde pequeño, fue de esos que eran demasiado especial con la comida. Recordaba como su madre los regañaba cuando enojado se levantaba de la mesa y se encerraba en su cuarto porque la comida que había preparado su madre no le gustaba en lo absoluto. No le gustaba probar comidas distintas de las que estaba acostumbrado. Desde pequeño había aprendido a ganar, pues su madre, que aunque podía llegar a insistirle por horas para que comiera lo que había hecho, siempre terminaba cocinándole otra cosa.

Claro que eso dejó de ser así cuando cumplió 10 años, para esas fechas su madre dejó de insistir y tan solo le dejaba la comida en la mesa hasta que él decidía que tenía que ceder. Se convenció que su madre ya no le prepararía las cosas. No es como que hubiera perdido contra su madre, por el contrario, simplemente decidió no ser tan arrogante, ya estaba muy grande como para hacer berrinches de niño pequeño. Con el paso de los años seguía siendo igual de especial para la comida.

Pero un día, de esos días extraños que ocurrían muy rara vez en su vida, en los que no tuvo nada de trabajo en la oficina se quedó en casa despierto desde las 6 de la mañana. Una mujer muy guapa estaba en un programa de televisión hablando sobre mariscos. Se quedó viendo el programa por la mujer bonita y porque no había nada que hacer, el punto es que la mujer cocinó un estofado de calamar. Dos cosas que a él no le gustaban. Se le antojó demasiado como para ignorar esas ganas de comerlo. Así que se dirigió a un restaurante de mariscos y pidió el platillo que anunciaban en la televisión.

Ahora sentía esa necesidad de probar cuanto platillo se le ponía enfrente. Había conocido sabores nuevos después de aquel día.

Tardó varias horas para que regresara a su cuarto. Después de comer, ya sin ganas de cargar los archivos, llegó al hotel, para su suerte Naomí ya no estaba en su puesto de trabajo sino que la sustituía un hombre de joven apariencia. Se limitó a saludar al joven y dirigirse al ascensor.

Abrió la puerta de su cuarto, que estaba en completa oscuridad, dejó los archivos en la repisa a lado de su cama. Abrió las cortinas de la ventana dejando ver el edificio contiguo. En el cristal de la ventana se reflejaba su habitación, a pesar de estar viendo fuera su vista no se apartaba del reflejo de los archivos.

En efecto, un peso había caído sobre sus hombros, sin embargo no era algo que lo preocupara ni que fuera a aplastarlo. Pero ahí estaba, recordándole que debía de esforzarse al máximo para atrapar al asesino. Tenía que ganar, ya que no solo se trataba de su orgullo, sino que los familiares de las victimas debían de estar desesperados por saber quién les había quitado a sus hijas.

Solo estaba retrasando lo inevitable. Se desvistió y se puso una vestimenta más cómoda, estaría varias horas leyendo los archivos así que se preparaba para estar lo más apacible que pudiera.

Ya en su cama tomó los archivos y abrió el primero, era el de la última víctima, que había ocurrido a finales del mes anterior.

Su nombre era Jade Leiva. Una mujer de tan solo 20 de años de edad, de 1,73 de altura, piel morena y cabello extremamente rizado. La foto de Jade, que estaba en los documentos, mostraba a una joven feliz que apenas iniciaba su vida, una mujer guapa con una gran sonrisa en el rostro. Demasiado joven para haber muerto.

Alex empezaba a crear teorías con todo lo que decía los reportes del forense. Había sido encontrada muerta en una banca cerca del rio Mississippi, completamente desnuda, sin indicios de ropa tirada, como si hubiera llegado hasta ese lugar de esa manera. Eso suponía para Alex dos teorías, una que la hubieran asesinado allí y que escondieran la ropa o dos, que la hubieran asesinado en otro lugar y que luego la hubieran llevado allí para que fuera encontrada. Si así hubiese sido ¿Dónde la habrían matado?

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now