Secretos

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"Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve. Muchas veces esa mentira se esparce por tus venas ahogando la vida."

El pedazo de papel descansaba envuelto en una bolsa en la mano enguantada del agente Fuentes, por alguna razón extraña no podía dejar de leerla, y es que las palabras tenían un extraño significado en su mente. Incluso se atrevía a pensar que estaban dirigidas a él, y no es que se considerara un mentiroso, porque lo que le ocurría era sólo un asunto de él, nadie más tenía porque saberlo. Pero incluso con eso en su cabeza una parte de él le decía que estaba mintiendo deliberadamente.

Posiblemente sí lo hacía con intensión, pero era porque no quería preocupar a nadie, quería que aquella verdad solo le perteneciera a él. No estaba preparado para lo que los demás pudieran decir sobre él, lo que menos quería era tener la preocupación de los otros sobre su persona. No soportaría que lo tratarán como si en cualquier momento se fuera a romper. Aun no moriría. Aunque sabía, muy en el fondo, que su vida podía acabar en cualquier momento.

El tiempo de su vida tan solo se estaba acortando, un día se levantaría para tan solo morir. Y estaría mintiendo si dijera que no lo estaba esperando.

Sin embargo, a pesar de todas esas ideas suicidas en su mente, después de meses parecía encontrar una razón para vivir.

Era una muy fuerte razón para vivir. El sentido de justicia siempre ganaba en él. Y si fuese necesario acabaría con su vida de una vez para que Marie y Olivia tuvieran justicia.

A pesar de que su cuerpo se debilitaba con rapidez en esos últimos días su sentido de justicia era fuerte. Por eso trabajaba para la policía, para eso vivía, para atrapar a los malos. Esa era una de las razones por las cuales no había dudado en aceptar el caso cuando el capitán se lo presentó. En cuanto vio las imágenes de la primera víctima supo que así su vida terminaría, atrapando a quienes habían asesinado a la chica.

Pero su cuerpo seguía traicionando sus intenciones. Tal vez no llegaría a cumplir su cometido, pero daría su mejor esfuerzo.

Fue muy egoísta de su parte haber aceptado un caso cuando sabía de antemano que podía morir en cualquier momento. Por eso su mente continuaba diciéndole lo mentiroso que estaba siendo, no era su intención, necesitaba una razón para seguir y no hundirse en su miseria. Simplemente no podía quedarse a esperar que llegara la hora de su muerte. Aún podía hacer algo antes de pudrirse en una tumba.

La primera frase de la carta que dejó el asesino se asemejaba demasiado a su realidad. La verdad que el escondía era peligrosa, si el capitán se enteraba lo enviaría a casa a descansar y sabía que eso solo serviría para acabar con él.

"Estoy mintiendo y me voy a ahogar"

Ya no quería pensar más sobre eso, debía de concentrarse en el nuevo asesinato.

Su mente no comprendía aún todo los sucesos que horas antes habían ocurrido. Estaba en la estación de policía para dejar las pocas pruebas que encontraron en la escena de crimen. Por desgracia lo único que tenían era sólo el pedazo de papel que él aún tenía en la mano. Era la única prueba contundente que podría ayudarlos. Ni siquiera la ropa de la víctima les daba esperanza. ¿Qué clase de pervertido dejaba a su víctima desnuda? ¿A qué clase psicópata se estaba enfrentado?

Lo que más le perturbaba era el hecho de que la ropa de Olivia había estado cuidadosamente doblada a un lado de la puerta trasera. Esperando por ellos.

¿Era así como se burlaba el asesino de ellos? Sabía que tomarían la ropa como prueba y la dejó al alcance de la policía. Sin miedo alguno. No iban a encontrar ninguna huella, de eso estaba muy seguro.

CARTAS DE UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora