El reconocimiento

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(Aún 24 de Diciembre del 2015)

La ciudad entera se había detenido a observar lo que acontecía en el rio Mississippi. Fue como si la noticia se hubiese esparcido por el cielo. Después de que los agentes Duran y Acosta descubrieran el cuerpo de la chica, no paso ni media hora y las cámaras ya se encontraban ahí intentado obtener la exclusiva de la noticia.

-Esas pirañas.-exclamó Acosta cuando unas camionetas con logo de televisora se acercaron por el camino de grava dirigiéndose hacia donde estaban ellos.-Deberían de vetar esas cosas.

-Sólo hacen su trabajo.-le respondió Duran.

-Pues que trabajo, dar la mala noticia no debería ser uno.

Ambos agentes observaron a varias personas bajar de las camionetas, cada uno con un equipo de video listo para grabar la desgracia. Ellos incluso eran a veces más listos que la policía. Sabían donde era el problema aún antes que la misma policía. Suerte que esa vez los servicios de emergencia habían llegado antes que ellos.

De hecho el área estaba ya acordonada para cuando ellos habían llegado. Las personas que en un principio estaban rodeando la escena del crimen se encontraban ya dispersas a los alrededores, algunos se fueron a casa y otros permanecían ahí a la espera de algo nuevo.

Aún no habían movido la maleta, ni siquiera la cerraron de nuevo. El olor del cuerpo en descompuesto inundaba la atmósfera. El lugar estaba lleno de policías que iban de un lado a otro tratando de resolver un caso que todavía no estaba en marcha. Realmente no estaban acostumbrados a esas situaciones.

Estaban a la espera de que llegara el médico forense para que se encargará del cuerpo, querían acabar con aquella situación lo más rápido posible. Dentro de ellos había un leve lamento y pena por la muerte de la mujer. Aquella podría incluso ser alguien de su familia. Hasta podían sentir un poco de lástima por la familia que no podrían tener una feliz Navidad.

Por la orilla del rio Mississippi se acercaba una camioneta negra con el logo de la policía. Era el médico.

Al fin había llegado, la tensión de los agentes había disminuido un poco. Deseaban alejarse de ahí, esperaban que pudieran terminar con aquel caso lo más rápido posible para poder volver a la normalidad. Al final de todo, la normalidad no era algo malo. Era mejor que la muerte.

El cielo se estaba oscureciendo y pintando de colores tristes para cuando llegó la camioneta. Se sentía como aquellas escenas en las películas de suspenso en donde todo iba mal. Justo así se veía el día, incluso las aves aquel día, se veían más inquietas de lo normal. Sobrevolaban la orilla de rio a la espera de que se destapara el cuerpo. Parecían estar oliendo la peste que el cuerpo desprendía, tal vez esa era la razón por la cual se paseaban por donde estaba la maleta como aves carroñeras.

La puerta lateral de la camioneta se abrió revelando a tres hombres que se apresuraron a bajar para dirigirse hacia la escena de crimen, dos de ellos vestían con batas. El primero en bajar era el médico forense, David, todos en la estación de policía lo conocían, trabajaba con ellos desde hacía más de treinta años. Estaba pronto a pedir su retiro, ya suficiente había hecho por todos ellos ayudándolos en los días oscuros que tuvo Memphis en los años 90's. Todos lo apreciaban.

No sabían cuanto lo iban a necesitar para aquel caso.

Luego bajó de la camioneta un hombre con una cámara fotográfica colgando de su cuello. Era Ventura, que trabajaba con ellos desde hace diez años como coadyuvante del departamento de delitos de crimen organizado. Él era el que tomaba las fotos a toda la evidencia que se encontraba en las redadas para atrapar a los que traficaban droga. Era el departamento que más movimiento tenía en la ciudad.

CARTAS DE UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora