Audiencia

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2015

El despertar era inminente, en cuanto sus ojos se abrieran sabía que tenía que enfrentarse a un nuevo día. Tal vez si los dejaba cerrado sería como alargar la noche. Dormir era el único momento de su día en que se sentía bien consigo misma, porque era el momento en que su consciencia se quedaba en el olvido y tan solo quedaba el mundo de los sueños. Aunque a veces ni siquiera ese mundo era misericordioso con ella, las pesadillas eran recurrentes, claro que sí, esa agitación de su pecho al despertar solo significaba eso, lo malo es que nunca recordaba que es lo que soñaba, solo se levantaba con ese miedo acorralando su corazón, incluso algunas veces tuvo que levantarse a prender las luces. Aquellos monstruos la perseguían, sus ojos brillaban en la oscuridad burlándose de ella.

Esos ojos, esas voces, ese sentimiento de pesadez, nada se iba de su pecho ni de sus pensamientos, era como una bruma que no le permitía ver el sol. Sus días estaban eclipsados por una neblina que la hacía sentir miserable. ¿Eran las pastillas?

Cada vez que las tomaba solo conseguían que se sintiera más cansada, puede que esa oscuridad se fuera, pero dejaba detrás un velo que no le permitía avanzar. Quería ser positiva, incluso algunas veces fantaseaba en como sería si no se sintiera de esa manera.

Su cuerpo pesaba, dolía, estaba tan cansada. No quería abrir los ojos, nunca más, solo quería descansar. La alarma le avisaba que no sería posible descansar, que estaba obligada a ver la luz del día con filtros oscuros, tenía que levantarse, porque por más que quisiera, la vida avanzaba aun si ella no quería. El mundo no se iba a detener a esperar a que ella se sintiera bien.

A nadie le importaba si en aquella cama había una joven deseando desaparecer por completo. Nadie se detendría a comprobar si algo había cambiado del día anterior.

Al otro lado de la habitación, más allá del pasillo que daba hacia la habitación de su madre, se escuchaba el mover de los sartenes. Su mamá no había podido dormir bien, así como ella. ¿Quién puede realmente dormir con una tristeza tan grande? Algunos prefieren ser productivos para olvidar lo que les duele, esa manera tan horrible de ignorar lo que sientes era algo que Maia no podía hacer. Por más que hiciera muchas cosas en el día los pensamientos no se iban. El dolor no se iba, porque no es algo que se pueda ignorar o dejar de sentir.

Deseaba dejar de sentir, pero no quería olvidar a su hermano. Entonces sufriría hasta que sus ojos ya no se abrieran.

Había pasado no más de cinco meses, posiblemente menos, se sentía como una eternidad. Quien la culpara por sentirse así después de tanto tiempo no tenía idea de lo que era perder a alguien a quien se ama mucho. A veces anhelaba el día en que dejara de doler, otras veces simplemente abrazaba ese dolor. La psicóloga decía que no era bueno, por eso había recetado esas pastillas que la hacían olvidarse de todo por un rato.

Alguien tocó a su puerta.

-Maia apaga esa cosa ya.- dijo su mamá al otro lado.- Es hora de que te levantes.

Maia no dijo nada y su madre no esperaba respuesta, poco después la escuchó avanzar por el pasillo.

Deseaba ser una cobarde y acabar con todo de una vez, pero se conocía lo suficiente como para saber que abriría los ojos.

"Tal vez sea un buen día"

Siempre se lo repetía con la esperanza de que lo fuera y sino lo era, pues mañana podría serlo. Mañana podría ser el día en que el velo cayera o todo terminara.

Abrió los ojos. Estaba viva.

Estaba viva.

Tomó su toalla y se metió al baño. Alargaría el momento en que tuviera que irse a la universidad. Se arrepentía por completo el haber entrado a la carrera de Diseño, en un principio se le hizo fácil entrar e intentar dar lo mejor de sí misma. No tener un sueño apestaba, la mayoría de sus compañeros estaban en esa carrera porque querían, pero ella estaba ahí porque no había sabido elegir a tiempo.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now