Juventud

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Posiblemente haya sido la desconfianza de Alex lo que lo llevó a contactar a la prometida de Héctor para constatar que realmente así había muerto. Tuvo que ir una vez más a la universidad, esta vez sin James, ya que aquella mañana habían encontrado a un joven muerto cerca de un puerto, al parecer un homicidio por riña. Al llegar a la universidad el mismo señor amable de la primera vez, del cual ahora conocía el nombre, Mateo, lo acompañó hasta la oficina del director.

Al principio Pablo Rojas se mostró receloso con su presencia en la universidad, le pidió que le aclarara como es que había dado con el paradero de Héctor. Al director no le quedó de otra más que admitir que había contactado con la prometida del susodicho. Para cuando salió de la oficia del director ya tenía el número de la mujer, quien tiene por nombre Sandra Martínez.

El informe policial decía eso, robo calificado, sin testigos, ni culpable, es decir, sin pista alguna. Demasiado lamentable era el hecho, la mujer con la que se había comunicado por teléfono sonaba tan triste, incluso mientras que hablaba con él lloró mientras que contaba como habían encontrado a su prometido, desangrando en un callejón oscuro, sin vida y sin pertenencias de valor. Sandra dijo que fue un asalto, que no había duda, y que al parecer su prometido quiso defenderse y que por eso el ladrón lo había acuchillado. Tres apuñaladas en el estómago, solo eso bastó para que muriera Héctor Bravo.

La mujer, a pesar de que fue muy sincera con el agente y de que dijo todo cuanto él le preguntó, e incluso se podía decir que habló de más, pues le dijo cosas que no preguntó. Ella realmente no sabía porque es que la policía estaba intentando contactar con Héctor, por ello Alex se sintió en una encrucijada, Sandra acababa de perder a su prometido, estaba de luto, y no se sentía corrector decirle que Héctor tuvo una relación con una de sus alumnas mientras que estaba con ella.

Aunque se lo tuvo que decir, era lo que como policía debía de hacer, así dejaba de llorar por alguien que no la supo apreciar en vida. Claro que Sandra se negaba a creer lo que le decía el agente, su prometido no era capaz de aquello, esas fueron las palabras de la mujer que sollozaba al otro lado del teléfono. La situación que le planteó Alex solo hizo que la mujer se cerrara por completo a seguir hablando y contestando las preguntas del agente, pero con lo que ya había dicho era más que suficiente.

Se sorprendió de que la mujer no le insultara, pues realmente estaba consternada por viles afirmaciones sobre Héctor. Alex no conocía ni a Sandra ni a Héctor, pero se podía imaginar perfectamente como era el hombre en vida.

No indagó mucho más en la vida de la pareja, incluso le hizo preguntas sobre ciertos nombres y ella no supo responder, no es como que supiera mucho sobre la vida que llevaba Héctor dentro de la universidad. Solo sabía que impartía algo relacionado con gráficos, así que dudaba de que supiera sobre las amistades él.

Al final de aquella semana supo que no estaba haciendo las cosas mal, solo tenía que esperar. Se cuestionó seriamente si sería tiempo de comunicar aquello a la ciudad entera.

Había dos posibilidades, una, que el asesino quisiera publicidad, y dos, que el asesino no se esperara ver sus hechos en las noticias, lo único que había salido a la luz eran los asesinatos, pero no como hechos que se relacionaran.

El pánico de la ciudad era inminente. Sin embargo para Alex había demasiadas posibilidades, las variantes de la situación eran muchas.

De qué le servía dar a conocer que los asesinatos estaban relacionados, al final todos cuestionarían porque no se dijo antes y sino había ocurrido otro asesinato tal vez eso significaba que ya no habría más.

CARTAS DE UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora