Estrategia

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-Tengo hambre.- dijo James.

-Yo igual. Vayamos al restaurante que está cerca de la estación de policías. Sirven un rico estofado.

-Mi estómago necesita algo casero, hace tanto que no como algo como estofado.

-En eso estoy de acuerdo contigo.- siguió Alex.- Hacía tanto que no comía algo casero, desde que estoy aquí en Memphis, pero hace días encontré ese lugar y sus maravillas.

James sonrió y dirigió la camioneta hacia el centro de Memphis. Desde temprano había pasado a buscar a Alex a su hotel, acordaron salir a dar una vuelta por la ciudad ahora que ya no tenía mucho que hacer el agente desde que había detenido a Maia Williams.

En la estación de policías todo estaba tranquilo, lo único que había mantenido atentos a los servidores públicos eran los asesinatos de las chicas, pero desde que se corrió la noticia de que la asesina fue atrapada todo parecía estar en una calma casi irreal. El crimen descansaba por el momento.

Desde que habían detenido a Maia Williams el agente Alex había podido descansar con tranquilidad, regresó a su rutina de levantarse todas las mañanas para hacer ejercicio. Memphis era una ciudad muy adecuada para salir a correr a penas salía el sol. Era bueno volver a la rutina, su cuerpo ya se sentía pesado, incluso pensaba que estaba ganando peso.

A pesar de que estaba regresando a la rutina, todavía no podía dejar de pensar en las mujeres asesinadas, ni siquiera en Maia. No se iría de Memphis hasta que hubiera una sentencia dictada por un juez.

Faltaba poco para que fuera la audiencia inicial y entonces sería el juicio oral. Pronto sabrían cual era la resolución. Sin embargo los cabos sueltos de la investigación le seguían pesando. Por ejemplo, las marcas, de esas no mucho se habló en la vinculación a proceso. Maia se negaba a declarar, no decía nada y era poco probable de que hablara sobre las marcas que había en las víctimas. Él había investigado por su parte, cabía la posibilidad de que ya supiera lo que significaban las marcas. Sin embargo el fiscal no quiso utilizar los bocetos que había hecho de ello, porque según él eran solo deducciones y eso no servía en el juicio. Si tan solo pudiera demostrar como las marcas se vinculaban con Maia.

Lo único que le alegraba era que Maia estaba en prisión preventiva y en caso de no ser ella, habría otro asesinato.

James fue el primero en bajarse de la camioneta, Alex le siguió con paso lento. El hecho de que fueran cercanos en edad los hacía llevarse bien. A pesar de que a veces James se comportaba de una forma inmadura, Alex sabía soportarlo. Si no se hubieran hecho amigos el agente tendría días muy aburridos en la ciudad.

James no era indispensable, sin embargo era divertido.

El lugar, a pesar de ser casi la hora del almuerzo, estaba casi vacío. Tan solo estaban tres parejas sentadas en las mesas del lugar. Ambos hombres se sentaron lo más lejos posible de la entrada, era una maña que tenía desde que había entrado a la academia de policías. Era una manera de estar siempre alerta, de poder ver a todo aquel que entraba y analizarlo para saber si era una posible amenaza. Siempre estaba listo para cualquier emergencia.

Estar siempre alerta no era un problema para Alex, era algo natural.

Por el rabillo de su ojo observó a la camarera acercarse a donde estaban ellos. Era una linda rubia, carismática y muy dulce. No era el tipo de Alex, sin embargo cada vez que llegaba notaba las miradas que la linda camarera le daba. No quería darle esperanzas de algo que no iba a ocurrir. Estaba ahí por la comida, no por el servicio.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now