Memphis

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El vuelo no había durado mucho. Fue más el tiempo que esperó en el aeropuerto que lo que duró el vuelo. Cuando menos lo notó ya había llegado, lo que duró el viaje se lo había pasado durmiendo.

Alex no esperaba gran cosa de la ciudad. Por lo que sabía Memphis no era un gran lugar turístico en el país. Sin embargo si tenía su encanto. El clima fresco del lugar fue lo que más le gustó. En cuanto bajó del avión sintió el aire frío sobre su rostro. Por sí sola la ciudad era ideal para aparecer en las postales. Los colores de los edificios la hacían parecer en un eterno otoño. Eso es lo que fascinó a Alex. El otoño era su época favorita del año.

Nadie lo esperaba al bajar del avión, aunque no es como que lo esperara. Lo esperaban a más tardar el viernes y apenas era miércoles. Así que en teoría él aún no debería de estar ahí tan pronto, sin embargo ansiaba poder leer los expedientes de las mujeres asesinadas.

Él mismo se movería por la ciudad. Esperaba no perderse, siempre se había guiado por su buena orientación. Esperaba que esta vez le ayudará a encontrar su hotel.

A las afuera del aeropuerto tomó un taxi que lo llevó a la dirección que había anotado del hotel en donde se iba a quedar. El viaje duró una hora.

La ciudad entera había pasado ante sus ojos, el camino era largo hasta el hotel.

Incluso con la charla del conductor el viaje le pareció eterno.

-Gracias, amigo.- dijo el conductor del taxi al ver la propina de Alex. Este se bajó y tomó su única maleta.

Normalmente le pagaban el hospedaje, si es que se trataba de un cambio por parte de la misma oficina, pero por esa ocasión él se haría cargo de todos los gastos, ya que el cambio había sido pedido por él. Además de que no le gustaban los lugares que designaban para ellos.

Haría las cosas a su manera. Siempre era así, por eso es que su jefe no se había sorprendido cuando había hecho ajustes a su cambio.

El hotel en el que se quedaría era un simple edificio marrón de seis pisos, que se encontraba en el centro de la ciudad y según había investigado a unos cuantos minutos de la estación de policías de la ciudad.

Las puertas de metal chirriaron cuando las abrió. La recepción ante él le dio una cálida bienvenida, los colores oscuros de las paredes le hicieron sentirse cómodo. A un lado de la puerta por donde había entrado estaba la recepcionista. Tras un escritorio de madera una joven mujer le dirigió una gran sonrisa que mostraba unos dientes blancos. Parecía más como una sonrisa que le daba a todos, una sonrisa ensayada para cuando llegaba un nuevo cliente. Sin embargo para cuando lo observó mejor su sonrisa cambió, vacilando por lo que veía delante de ella.

Alex se acercó a paso seguro hacia la mujer. Ésta se inclinó hacia delante poniendo las manos sobre el escritorio.

-Buenas tardes.- habló la mujer con un toque coqueto.- ¿En qué puedo ayudarle?

-Hice una reservación hace unos días.- le comunicó Alex, ignorando por completo el tono de voz de la mujer.- Mi nombre es Alex Bonatti.

-¿Esta aquí de vacaciones, señor Bonatti?- preguntó la mujer con evidente interés. Tecleó en su computadora con rapidez.

-Algo parecido.- se limitó a decir. Esperó con paciencia a que la mujer encontrara su reservación.

-Bueno, déjeme decirle que está en un buen lugar.

Alex supo que no se refería a la ciudad.

-Eso espero.- dijo con deje de sonrisa en la voz. La mujer era graciosa. Era muy obvio lo que estaba intentado, sería más interesante si se limitara a ocultarlo. Las cosas fáciles no siempre iban con él.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now