Olivia

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(23 de febrero del 2016)

Si a Olivia le hubieran dicho que aquel día sería el último de su existencia se hubiera despertado más temprano, se hubiese permitido hacer las cosas que nunca en su vida se había atrevido a hacer. Pero no fue así, nadie le dijo que un asesino estaba detrás de ella y que aquel día el león estaba hambriento.

Ella sería la presa de aquel día.

Su día empezó a las 11 de la mañana, era un sábado, así que no tenía porque levantarse temprano, el día anterior se había levantado temprano para estudiar, sus exámenes del primer parcial en la universidad estaban acabando con ella, nunca en su vida se había esforzado tanto como en aquella ocasión.

Olivia odiaba estudiar, en su vida había tenía que estudiar para pasar un examen, creyó que Diseño iba a ser fácil, pero que equivocada estaba, uno pensaría que debía de ser fácil pues ya estaba en su segundo año de universidad, pero seguía siendo tan difícil como el primer día. Por ese gran esfuerzo que estaba haciendo decidió que el sábado sería su día destinado a dormir por lo menos 20 horas seguida, pero no pudo, a las 11 ya estaba con los ojos abiertos y no estaban dispuestos a cerrarse hasta que llegara la noche.

No tenía ganas de levantarse, pero podía escuchar como su madre se movía de un lado a otro en la cocina haciendo quién sabe qué. No se levantó hasta que el olor a comida llegó a su nariz, su madre estaba preparando hot cakes, esperaba que tuviera lista la mesa con la crema batida sobre su desayuno. Antes de salir de su habitación se aseguró que los moretones en sus piernas no se notaran, se puso un vestido que le llegaba abajo de las rodillas, lo que menos quería es que su madre preguntara cosas que no le contestaría. Jamás descubrirán su secreto si de ella dependía.

Su madre era una mujer entrada en sus 40 años, aunque para su edad se mantenía muy bien, aunque era algo que le requería su trabajo. Andrea, como se llama su madre, era la gerente de un hotel de 3 estrellas, era la jefa de un sin fin de personas, su imagen era muy importante ya que tenía una relación directa con los altos ejecutivos del hotel y era la imagen principal para con los huéspedes. Por ello su mamá se ejercitaba todas las mañanas y se vestía como si fuese una ejecutiva poderosa. Era una de las cosas que Olivia envidiaba de su madre, siempre se veía tan hermosa, todos sus amigos bromeaban sobre quien se acostaría con ella primero. No podía imaginarse a su madre de esa forma con uno de sus amigos, con nadie de hecho. Era curioso que no le conociera ningún amante a su madre, tal vez su padre sí la había dejado marcada de por vida.

Olivia nunca conoció a su padre, tenía entendido que había abandonado a su madre cuando estaba embarazada. Como la mayoría de los hombres.

"Cobarde"

Su madre sí lo había amado, apostaría porque aun lo hace. No podía juzgarla, ella comprendía lo que era el amor. Olivia amaba mucho a su...

La verdad es que nunca le había definido qué era lo que tenían. Pero si de algo estaba segura era de que ella amaba mucho a Héctor. Estaba deseosa porque llegará el momento en el que pudiera andar libremente con él. Cuando acabara la universidad él le había prometido que se casarían.

Lo prometió.

-Buenos días, cariño.-su madre le sonrió mientras que le ponía el plato frente a ella.

-¿Irás a trabajar hoy?-le preguntó mientras tomaba un pedazo de hot cake con el tenedor.

-Sí, entro en una hora- respondió a la vez que veía el reloj en su muñeca.- ¿Saldrás?

-Creo que iré a dar la vuelta por ahí.

-¿Con los chicos?

-Posiblemente.

CARTAS DE UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora