Archivo

1.9K 111 1
                                    


(15 de Febrero del 2016)

El día se veía comprometedor. El sol se alzaba anunciando un día hermoso. Sin embargo para el agente Duran no era un día muy bueno.

La alarma sonó a las 5:30 de la mañana, Duran se levantó con gran esfuerzo, no recordaba haber puesto la alarma, siempre se levantaba a esa hora a hacer ejercicio. Pero en definitiva aquel día no haría, pues la noche anterior tuvo que quedarse a revisar la carpeta del caso Florida, una vez más los cárteles estaban intentando probar suerte en Memphis. Toda la noche, hasta llegada la hora muerta, checó la carpeta, buscando algún indicio que los ayudara.

¿Por qué no dejaban de hacerlo? Simplemente deberían de intentar meter su mercancía en Memphis. Ellos iban a por los jóvenes de la ciudad. Había muchos adolescentes a los cuales venderles droga, los universitarios también eran una buena fuente de ingresos. La mayoría de las universidades, sus alumnos, hacían como tres fiestas a la semana y en por lo menos en una de ellas debía de haber droga involucrada. Era el trabajo de ellos evitar que los universitarios se mataran de sobredosis.

Duran sabía muy bien lo que la droga podía hacerle a un adolescente que se cree un superhéroe tomándolas. Él fue uno de esos adolescentes, estaba excitado por lo que la droga le hacía sentir, durante su primer año de universidad no había día en el que no consumiera marihuana, la utilizaba para todo, para rendir en sus exámenes, cuando hacía ejercicio, en las fiestas, incluso para sentirse sólo bien. Fue una época muy loca en su vida, que no le gustaría repetir, había salido de ella a duras penas.

Se hizo una promesa, y hasta ese momento la seguía cumpliendo, jamás volvería a meterse droga.

Nunca olvidaría el porqué de su promesa. Tuvo que ver morir a su mejor amigo para que se diera de cuenta de que estaba mal.

Thomas, como se llamaba su amigo, fue el que lo había ingresado a aquel mundo. Una noche de invierno, luego de una muy alocada fiesta en la playa, obviamente drogados de pies a cabeza. Subieron a la camioneta de su amigo y se dispusieron a regresar a la ciudad. No llegaron aquella noche a casa y su amigo no lo hizo nunca. En el camino se desviaron de la carretera y descendieron por lo menos 50 metros antes de salir disparados por el parabrisas. Thomas murió al instante. Él vivió, pasó mucho tiempo para que saliera del hospital. Cuando vio las fotos de su amigo destrozado, tirado en medio de la tierra y rocas, fue ahí cuando se dijo que no iba a terminar como él.

Luego de eso, terminó la carrera e ingresó a la policía, su principal objetivo era ayudar a atrapar a los malos.

Lo que se proponía hacer era en venganza por la muerte de su amigo, le echaría a perder su plan a los vendedores así como ellos echaron a perder la vida de su amigo.

Tenían que estar atentos para que no se ingresara la droga por el puerto principal. Por eso era que él y Acosta daban sus vueltas nocturnas.

Eran las 7 en punto cuando Acosta tocaba a la puerta de su departamento.

-¿Listo para un nuevo día?- preguntó Acosta en cuanto le abrió la puerta. Le dirigió una mirada de reproche. El viejo lo había dejado solo para que revisara la carpeta. Se suponía que lo tenían que haber hecho ambos, era el nuevo trabajo de los dos.

-Hoy harás tú solo el recorrido.-le comunicó entre dientes.

-Ya decía mi padre,- comenzó a decir, Duran lo miró con una ceja alzada.- sí quieres que algo salga bien hazlo tú solo.

-Creo que tenía razón, mejor lo hago yo.

Acosta dejó salir una sonora carcajada.

-Vamos, no te pongas cascarrabias. Este viejo tenía que descansar.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now