Llamadas

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La policía había recibido la llamada a las 6 de la mañana. Justo la hora en la que el sol comenzaba a alzarse sobre la ciudad de Memphis. La gente trabajadora salía de sus casas hacia sus trabajos, descansados luego de una noche de sueño reparador.

En la estación de policías nadie dormía. Todos siempre estaban trabajando listos para escuchar a cualquier persona que se encontrará en alguna emergencia. En el lugar muy rara vez reinaba el silencio, ya que los teléfonos siempre sonaban por cualquier motivo. Incluso una mitad de esas llamadas que recibían era alguna broma. Ya que Memphis no era una ciudad en donde hubiera mucha delincuencia.

La persona que había recibido la llamada había colgado el teléfono unos segundos antes cuando se dio de cuenta de que la llamada era sólo una broma.

¿Quién hacía bromas tan temprano?

Gente inepta, esa era la respuesta.

Cuando volvió a descolgar el teléfono no estaba tan contento, pero en cuanto escuchó la voz tras la llamada toda molestia le abandonó.

La voz del hombre que llamaba le puso en alerta. Habían encontrado un cuerpo a la orilla del río.

Se trataba de un asesinato.

Los agentes Duran y Acosta fueron los que recibieron la orden de dirigirse al lugar en donde habían encontrado el cuerpo de una mujer asesinada. No había que ser muy inteligente para comprender que se trataba de una víctima más del asesino de Marie y Olivia. Ese día los agentes habían permanecido dando vueltas desde las 4 de la madrugada por las calles de Memphis. Buscaban a un proveedor de drogas. Pero lo único que habían encontrado fue a un par de tipos con unas mujeres en una situación muy comprometedora. Acosta sólo había reído al ver la cara de asustados que las personas habían puesto cuando les dijo que los meterían a la cárcel.

Fue lo único interesante de aquella madrugada.

Ambos se dirigían a la estación de policía cuando recibieron el aviso. La llamada los sorprendió. Habían encontrado a una mujer cerca del río. Ellos no estaban demasiado lejos del lugar, de hecho, el aviso lo tomaron cuando estaban cruzando el puente, así que sólo estaban a cinco minutos del lugar.

El cuerpo de la mujer fue encontrado al otro lado del río, yendo sobre el sur, donde estaba el parque Soto

Para llegar al lugar en donde estaba el cuerpo tuvieron que cruzar parte del área de estacionamiento de Museo del Metal, en donde dejaron el automóvil.

Fue como revivir la escena del diciembre. Justo como el año pasado. Frente al río, a lado de un par de bancas estaban cuatro personas paradas. Todas ellas observaban hacia las bancas.

En cuanto los vieron las personas se alejaron. Se notaban perturbadas por lo que estaban viendo. Nadie podía culparlos de sentirse enfermos por ver el cuerpo de una mujer asesinada.

Duran se sintió así cuando se dio de cuenta de lo que había en la banca.

Una mujer.

Una mujer completamente desnuda.

Una mujer con sangre manchando su cuerpo.

Estaba muerta. Y como las demás tenía una nota pegada en la piel.

Una hora después el lugar estaba lleno de policías que observaban con aprensión la escena que se llevaba a cabo delante de sus ojos.

Duran y Acosta permanecían de pie a lado del médico forense que observaba el cuerpo de la mujer. Nadie se había querido acercar lo suficiente para notar como se encontraba el cuerpo. Todos esperaban pacientes a que llegara el agente Fuentes. No tuvieron que pensarlo mucho como para comprender que aquel asesinato estaba relacionado con los casos que llevaba el agente. A pesar de que muchos de ellos no vieron el cuerpo de las anteriores mujeres, era cuestión de lógica entender que aquello no era una coincidencia.

CARTAS DE UN ASESINOWhere stories live. Discover now