Veintitrés, segunda parte.

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Los minutos transcurrieron, casi veinte. No encendí la camioneta para evitar que viniese alguien de seguridad. Me pregunté qué tanto hablarían. Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no noté cuando Diego se acercó y tocó la ventanilla, haciéndome gritar del susto.

—Joder —dije y saqué los seguros de las puertas, para que él pudiera entrar—, ¡casi me da un infarto! —le increpé acelerada.

—Lo siento —respondió serio y tras hacer una pausa me miró—: Máxima ¿le dijiste a Karina que ella nunca me gustaría en el baño?

—Sí.

—¿Era eso en verdad necesario? —preguntó a la vez que encendía la camioneta.

—¿Disculpa? —pregunté comenzando a enfurecerme y él dirigió una ventanilla de aire acondicionado a mi rostro—. Esa mujer me siguió al baño a regodearse, a decirme en tono de reproche que yo sabía que las relaciones entre profesores y alumnos están prohibidas. Mira, Diego, una cosa es que me denuncie y otra muy diferente que me siga a un baño, me pregunte si estoy bien, cuando obviamente era notable que no lo estaba y salirme con reproches a los que no tiene derecho. ¿A ella qué le importa si yo salgo contigo?

—Máxima, pero estuvo de más que le dijeras eso...

—¿Qué? Ay, no, Diego, sí quieres la bañas y te bebes el agua —Alcé los brazos y los deje caer sobre mi regazo, sintiendo como un ardor cáustico me subía por la tráquea—. O sea, yo me tenía que aguantar que ella me saliera con un discurso moralista en el que me decía que esto me lo busqué yo sola por seducirte, o sea, yo la alumna que te sonsacó, la que te buscó. Mientras que es ella la que se muere por hacerlo, por enamorarte, cuando resulta que las relaciones entre el personal de la universidad también están prohibidas.

—No digo que tenías que aguantarlo, pero Karina es una autoridad en la institución...

—Me dijo mocosa impertinente —dije interrumpiéndolo—, me dio una bofetada y me acusó de ser una maldita zorra buscona y además, me preguntó a qué otro profesor seduje, porque en la mente de tu adorada amiguita Karina, no pasó nunca la idea de que fuiste tú el que me buscó a mí y quien quiso tener algo conmigo, ¡no al revés! Joder, no puedo creer que tenga que explicar esto.

—¿Te dijo todo eso?

—Sííí —grité furiosa—, explícame, Diego, explícame por qué carajo esa mujer se puso así de celosa, porque no comprendo cómo alguien se pone así por un amigo.

—Ya te dije que no salimos —expresó con calma, mientras retrocedía para irnos del estacionamiento—. El diciembre pasado yo vine a la fiesta navideña de la universidad. No quería hacerlo, pero ella y varios profesores insistieron, así que decidí venir un rato. La verdad es que, después de media botella de whisky yo estaba animado, desestresado, y bailé con ella y otras de las profesoras de la facultad. Eso fue todo.

»Luego ella me invitó a una jornada de actualización en el colegio de ingenieros, pasamos un sábado juntos en clases, la cuestión se repitió en un congreso justo antes de que empezara el semestre. Karina siempre me coquetea, pero a mí no me gusta. Soy amable con ella, porque lo es conmigo, es una persona muy agradable, últimamente busca excusas para hablarme más, como ese día que me pidió que revisara algo en su proyecto. Nunca la he besado, te lo juro.

Giró a mirarme y me tomó de la mano. Yo suspiré y me puse a llorar. Estaba estresada.

—Preciosa, no llores, no puedo verte llorar, no puedo...

—Es que me da rabia —admití hablando entre dientes—, me da rabia que tu reacción inicial sea reclamarme por qué le dije eso. Le hablé así porque estaba molesta, pero ella me atacó primero. Y es una babosa, una falsa con doble moral, porque me acusa de tener algo contigo, cuando ella se muere porque le hagas lo mismo que me haces a mí. Es una hipócrita ridícula. ¡Qué se ubique en la vida! Las relaciones entre el personal también están prohibidas, y ¿acaso le importa? No, bastante que te persigue, te busca, porque yo misma la he visto.

A la Máxima (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora