Capítulo 3 "Cambiar de aires"

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La mente de Jazmín daba vueltas por doquier, ni siquiera ella podía comprender que le sucedía. Florencia había hecho más efecto en ella en menos tiempo que lo que lo había hecho nadie en su vida. Tras llorar durante horas y culparse ella misma por caer tan rápido en ese amor, Jaz decide cambiar de aires. Haciéndole caso a su amigo Javo, él cual sabía sobre desilusiones amorosas más que nadie, coge unos días de vacaciones y se aleja del mundo.
   En busca de paz Jazmín toma un barco y se marcha a su casa del campo, precisamente en el Tigre, una zona de Argentina. Una vez llega a su destino Jaz comienza a respirar aire puro y se dirige con sus cosas a su casa. Dentro de la casa comienza a recoger un poco todo el desorden que había. Jazmín no visitaba esa casa desde que tenía 18 años y vivió con su madre allí, y como era de suponer a su cabeza comenzaron a llegar recuerdos de su vida pasada, en la cual vivía en una jaula de oro.
    De esa parte de su vida casi nadie sabía, ni siquiera Javo. Jazmín del Río no todo el tiempo fue esa joven liberal que vivía de su trabajo, no. Cuando Jazmín era una niña llevaba una vida totalmente diferente. Ella nació en cuna de oro, debido a que sus padres eran millonarios, por lo que vivió una infancia llena de comodidades pero también llena de ataduras. Estas ataduras Jaz no las notó hasta que tuvo 15 años, que se dio cuenta de que sus padres ya tenían marcado su futuro, un futuro en el que había un esposo y un montón de hijos, un futuro en el que ella sinceramente no se veía. Pero sus dudas y quejas por la vida que llevaba comenzaron a aumentar cuando conoció a Elena. Esta era su compañera de clase, se sentaron juntas desde el primer día y enseguida se hicieron amigas. Muy pronto la leve amistad se convirtió en un sentimiento de cariño muy fuerte y ese cariño muy pronto se convirtió en amor. Sin darse cuenta Jaz se enamoró de Elena, quien le correspondió a sus sentimientos y las dos amigas comenzaron a tener una relación a escondidas de la sociedad. Y poco a poco lo que parecía ante los ojos de todos como una linda amistad era un fuerte amor.
   Esta relación iba muy bien en las sombras hasta que un día, el padre de Jaz que era chapeado a la antigua trajo a la casa al hijo de uno de sus socios y lo presentó ante toda la familia como su futuro prometido. Al oír esto a Jaz se le cayó su mundo y sintió como estaba realmente atrapada. A pesar de tratar de esconder sus sentimientos todo salió a la luz y muy pronto todos sabían sobre su relación con Elena.
    Todo esto lo recordó Jaz en la casa del Tigre, sobre todo la dura reacción de su padre y su desprecio, desprecio que continuo hasta el día en que murió. A la vez recordó la vergüenza de su madre, quien no la miró más a los ojos como la miraba antes y sobre todo como Elena le falló, le falló en el peor momento dejándola abandonada delante de su familia.
    Tras organizar toda su casa y dejar a un lado sus recuerdos Jaz se acostó en el sillón del portal a coger aire y pensar en lo que recién le había sucedido con su nuevo y fugaz amor.
    Allí con los hermosos colores de la naturaleza, el paisaje y el sonido del viento Jazmín consigue encontrar la paz que estaba buscando, pero no logra sacarse a Flor de su cabeza. Cada latido de su corazón dice su nombre y su pensamiento está en su piel. Suspiraba sin cesar, y como dice alguien muy sabio ¨Un suspiro es aire que sobra por alguien que falta¨.
     Tras dar un largo paseo por el estanque esta se sienta en la orilla del río. Quitándose los zapatos y tocando con las puntas de sus pies el agua Jaz cierra los ojos y siente la cálida agua entre sus dedos y el dulce viento que despeina su brillante cabellera. Una vez con los ojos cerrados y como en otro mundo, Jaz comienza a pensar en Flor y en lo que sintió la primera vez que la vio.
   De esta forma Jaz se pasa varias semanas sumergida en esta paz alejada de todo, mientras que en la ciudad Flor pasaba todas las mañanas por el café con la esperanza de ver a Jaz, pero en vez de encontrarla siempre se topaba con Javo el cual se negaba a decirle su paradero, aludiendo que era lo mejor para su amiga. Sin comprender la repentina desaparición de su amiga, Flor comienza a sentir mucho su ausencia hasta el punto de llegar a deprimirse, cosa que sintió Dani y no sabía el motivo de su humor.
    Mientras la colorada disfruta del campo y de su dolor sale una gran inspiración. Guiada por una musa, quizás, Jaz toma un lienzo y lo pone en el puente que quedaba frente a su casa y allí con el río casi a sus pies y con una hermosa vista comienza a preparar sus acuarelas. Basándose en sus recuerdos y en la melancolía que habitaba su corazón comienza a pintar un cuadro, que poco a poco se va transformando en el hermoso rostro de Flor rodeada de pétalos de rosas. Así se pasa días, pintando cada vez que se acordaba de ella su cara y su bella sonrisa. Una vez terminado el lienzo Jaz lo coloca en un marco y lo pone en la sala de la casa donde se pasa horas mirándolo como premio de consolación y asumiendo que el amor que sentía por Flor era algo definitivamente inalcanzable. Lo que no sabía Jaz es que nada es definitivo en esta vida y que el futuro le preparaba grandes cambios.

Tú eres para mí (Flozmín)Where stories live. Discover now