—¿Por qué razón quedaría usted mal si lo que le apetece a ella es tomar el aire? No molesta a nadie—Nadir me defiende.
¡Nadir me defiende!
Me sonrojo, no puedo evitarlo. Nadie nunca me defiende.
Aunque sé que tendré que pagar después las consecuencias.
Ni Daniel ni Nina se atreven a intervenir.
Mi madrastra intenta forzar una sonrisa que no le sale, parece una jirafa sonriendo.
—Yo solo...Decía que no tardara tanto, ya es de noche y es peligroso que esté fuera—me mira a mí aún con la sonrisa tan rara en su rostro.
—No te preocupes, no tardaré.
Salgo de la casa, no sin antes cruzarme con la mirada de Nadir.
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Enamorada de un hombre casado
Short StoryMi madrastra tiene razón, soy una mala persona, una pecadora. Pero Dios, ¿Cómo hago para evitarlo?