Enamorada de un hombre casado

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Yo niego rápidamente—No, no hagas nada, por favor.

—¿Qué? ¿Cómo voy a quedarme con las manos cruzadas sabiendo que te sigue agrediendo?

—Por favor, no arreglarás nada con eso.

—Lo siento, pero...

Me arrodillo—por favor no hagas nada.

—¿Qué haces?—me estira la mano obligándome a levantarme—jamás vuelvas a arrodillarte, Lara, ante nadie.

—Yo solo...—más lágrimas—solo no quiero que te metas en esto.

—¿Pero por qué? Dime.

—Te lo suplico.

Él suspira—no te entiendo, pero por ahora te haré caso.