Enamorada de un hombre casado

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Llegamos a la casa, Nadir aparca y se baja. Yo hago lo mismo.

Continúa lloviendo, de hecho más fuerte. Y ha anochecido, ni me había dado cuenta por lo distraída que estaba.

Nadir me mira, no consigo descifrar esa mirada. Está muy guapo y completamente mojado. Pero parece que al igual que a mí, a él tampoco le importa.

—Nadir...

—Buenas noches—se da la vuelta y camina en dirección a su casa.

—No quiero perderte.

Su respuesta llega enseguida, fría y con una punzada que va directa a mi corazón y me llena de dolor—Nunca me has tenido.