Enamorada de un hombre casado

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—Compré atún, pan, leche, mayonesa, queso, salchicha. ¿Por qué siento que se me olvida algo?—pienso en voz alta.

—¿Azúcar?—escucho su linda voz detrás de mí.

Esos encuentros de supermercado con mi crush son épicos.

Me doy la vuelta con una sonrisa—exacto, azúcar.

—Ten—me tiende el azúcar, que tenía escondido por detrás.

Yo lo miro sorprendida—¿Cómo supiste?

—Uh...bueno, te vi coger leche y pensé: ¿quién toma leche sin azúcar? Y la respuesta es nadie. Entonces lo cogí.

—Uh...¿Sabes cómo se llama eso?—le pregunto.

—¿Inteligencia?

Me río—Acoso. ¿Me estás siguiendo?

Él se ríe—Claro que no—elevo una ceja—bueno, un poco—siento que no está diciendo toda la verdad, con mi mirada le hago hablar—vale, en realidad te seguí desde que saliste de casa. ¡Tuve que venir caminando!

—¡Nadir!—me río—¿Es en serio?

—Me gusta verte.

Me sonrojo—a mí también—abro los ojos—a mí también me gusta verme.

Él se ríe, sabe que no quería decir eso.

—¿Me dejas acompañarte?

—¿Tengo otra opción?

Él niega con la cabeza.

Vamos a la caja, pago y junto con Nadir salgo del supermercado.