Enamorada de un hombre casado

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Abro los ojos y lo primero que veo son todas esas cosas que tengo inyectadas en mi cuerpo y la máscara de oxígeno que tengo puesta. Miro a mi izquierda y ahí veo a Nadir, tumbado en una silla, está dormido.

¿Qué hace ahí?

Intento llamarle pero siento una punzada de dolor en la cabeza.

—¿Lara?—parece que mis quejidos de dolor le despiertan—¡Lara, al fin! ¿Cómo te sientes?—se acerca a mi lado.

—¿Dónde estoy, Nadir?

—En un hospital.

—¿En un hospital? ¿Por qué?—me asusto—¿Por qué estoy aquí?

—¿No te acuerdas? Por lo que te hizo tu madrastra, menos mal que me llamaste, Lara. Fui corriendo a tu casa y como la puerta estaba cerrada me demoré más, cuando conseguí romperla ya era tarde. Te encontré tirada en el suelo de tu cuarto, y te saqué de ahí. La dije que la demandaría, la policía está fuera, esperando a que te despiertes para tomarte declaración. Solo tienes que contarles lo que pasó y serás libre.

Yo frunzo el ceño—No sé de qué me estás hablando.

—¿Cómo que no sabes?—pregunta confundido.

—Lo que escuchas, no sé de qué me hablas. ¿Qué tengo que contarle a la policía?